El máximo representante para el cambio climático de la ONU, Yvo de Boer, ha descartado que Estados Unidos esté dispuesto a asumir algún compromiso de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero en la cumbre que se está celebrando toda esta semana en Barcelona.
A pesar de todas las esperanzas puestas en Barack Obama, la decisión de una reducción de las emisiones depende de una ley que debe aprobar el senado estadounidense.
La UE que ha aumentado su compromiso de reducir sus emisiones del 20 al 30 %, si los demás países desarrollados hacen lo mismo dice, cada vez menos convencida, que todavía queda tiempo. Pero en Bali se dieron dos años que terminarán en la cumbre de Coppenhague, el próximo diciembre, y todavía no hay trazas del acuerdo.
Los representantes de varias naciones africanas encuadradas en el grupo G-77, al que se han unido Brasil o China entre otros, están dispuestos a interrumpir las negociaciones hasta que haya algún compromiso de las naciones más industrializadas para pagar la adaptación al cambio climático de estos países.
La situación es tan confusa que algunas voces apuntan que para evitar un fracaso en Copenhague lo mejor sería no clausurar la conferencia oficialmente y seguir negociando hasta que se llegue a un acuerdo.