David García Aristegui .- Uno de los lugares comunes más habituales alrededor del movimiento del 15 M, que se ha dado en llamar «indignados», es que sobre todo son estudiantes. Yo, por ejemplo, soy licenciado en Bioquímica y trabajo como desarrollador de software en una empresa de bioinformática.
Indignados, es una construcción mediática. Es cierto que hay mucha gente joven, muchos de ellos estudiantes, que tienen una cierta visibilidad tanto en las asambleas públicas como en las distintas movilizaciones. Pero si se observa con cierto detenimiento la enorme cantidad de material que hay sobre las distintas acciones, asambleas, acampadas, acciones de plaza, debates o foros sociales, se ve que es un movimiento intergeneracional. Ha habido un intento de caricatura desde el principio y se ha tachado a los participantes de perroflauta y de gente joven sin criterio. De esa forma es más fácil descalificarlo. A un señor de 70 u 80 años republicano de toda la vida, que se suma a las movilizaciones, llamarle perroflauta es bastante más complicado que a una persona de 25 con determinados códigos estéticos.
euroXpress.- ¿Que se piense que son estudiantes implica también que el movimiento tiene menos futuro?
D.G.A.- Desde que comenzó ha habido mucha gente que ha certificado, por una parte su defunción y por otra que se iba a deshinchar o que iba a derivar en un extraño movimiento antisistema, intentan así adjudicarle los ciclos propios de las movilizaciones estudiantiles que, como todo el mundo sabe, son muy efímeras. No suelen durar más allá de un curso lectivo. Lo hemos visto en las movilizaciones contra el plan Bolonia. No parece que eso vaya a ocurrir con el 15M, pero claro no sabemos, porque solo lleva tres meses. Con el desalojo de la Puerta del Sol y las posteriores movilizaciones, incluida la del ministerio del Interior y la carga bestial de la policía, se juntaron en pleno mes de agosto más de 10.000 personas. Algo absolutamente inédito en los movimientos sociales en Madrid. Esto es algo distinto que tiene un ciclo distinto.
eXp.- ¿Qué deriva puede seguir?
D.G.A.- Es muy arriesgado hablar de un futuro de esto tan heterogéneo que se ha dado en llamar el 15M, pero hay que señalar varias cosas. En primer lugar que tiene una implantación muy desigual. El núcleo más fuerte está en Madrid, luego en Barcelona y en algunas otras zonas como pueden ser Valencia o Andalucía... no tiene una implantación estatal, y donde lo está, tampoco es homogéneo. Por lo tanto su desarrollo es diferente en función de la zona donde está nucleado.
Si nos referimos a Madrid, que conozco de primera mano, se están tocando muchos temas. El grupo más activo es el de economía que está desarrollando un gran trabajos y además maneja muy bien los ritmos mediáticos. Ellos trajeron al que han llamado premio Nobel, que no lo es exactamente, Joseph Stiglitz. Se ha creado una asamblea de parados muy activa también y se está empezando a trabajar codo con codo con sindicatos alternativos, al margen de CC.OO. y UGT, aunque ha habido que luchar contra un sentimiento antisindical muy arraigado.
Se están parando un montón de desahucios, otro grupo está intentando frenar el derribo de casas en Puerta de Hierro. Digamos que hay un amplio abanico de acciones, desde grupos de reflexión y propuestas, a otros más vinculados con la acción directa. Si se mira la web , en el mes de agosto hemos tenido días con 15 reuniones en todo Madrid. Es un movimiento muy activo que ni se está deshinchando ni está desapareciendo.
eXp.- Todo ese trabajo, es de suponer, que persigue influir de algún modo en la política real. Que no tenga solo un reflejo mediático. ¿Qué cauces de influencia le ven?
D.G.A.- En realidad el 15M es una mezcla de movimiento social de corte clásico y de lobby. Tiene cosas más clásicas y otras muy novedosas, como la enorme importancia que se da a las redes sociales . Y ya se están consiguiendo cosas. Bankia, por ejemplo habla de la «dación en pago» a la hora de conceder hipotecas y eso ha sido por el torbellino mediático y la movilización del 15M. Se están introduciendo en las agendas muchos temas que parecían olvidados. Otro ejemplo es la ley electoral que ha estallado con el 15M y ha llevado a muchos a replantearse si es realmente representativa. Por eso uno de los colectivos vinculados es el de Democracia Real Ya.
eXp.- ¿Qué influencia ha tenido en el 15M un libro como Indignados de Stephan Hessel?
D.G.A.- Parece que todo movimiento tiene que tener un libro de referencia. En su momento el movimiento antiglobalización tuvo «Imperio» de Toni Negri y «No logo» de Naomi Klein, que luego preguntabas a la gente y nadie los había leído. Con el libro «¡Indignaos!» de Stéphane Hessel está pasando lo mismo, yo por ejemplo no lo he leído. Si que he leído artículos y alguna entrevista suya, pero me parece que no es un libro de lectura masiva dentro del movimiento. Creo que se lee más fuera por la gente que intenta comprender que por los que estamos dentro.
eXp.- ¿Ha habido alguna influencia de fuera en el 15M?
D.G.A.- La relación europea es innegable. Todo lo que ha pasado en Islandia lo tuvieron muy presentes las plataformas Democracia Real Ya y No los Votes. Cómo se ha operado con el tema de la banca, todas las movilizaciones que ha habido en Grecia tras el asesinato de Alexis por la policía. Las manifestaciones estudiantiles de Italia que fueron muy fuertes y que a su vez remitían a las de España con el tema del plan Bolonia. También han influido las de Egipto y Túnez. No se puede entender el 15M sin pensar en un marco mucho más general y en circunstancias más o menos similares o próximas en las que los movimientos sociales de base han dado una respuesta
eXp.- Pero la situación en los países árabes y la europea o la de España, en este caso, son muy diferentes
D.G.A.- El modelo de Estado-nación de Túnez, Egipto o Marruecos tiene bastante poco que ver con el modelo de España, pero las movilizaciones obedecen a un clima que se ha dado en esos países por una democracia formal y que en Europa no ha sido tanto eso como querer acabar con la dictadura de los mercados. Se trata de analizar si hay una pérdida de soberanía efectiva de los estados en aras de eso que llaman los mercados y que ha tenido una repercusión enorme en la vida cotidiana de las personas. Hay muchos puntos diferenciales con los países árabes, incluso con Islandia, pero hay un arco de movilizaciones entre los que se puede trazar una línea. Lo más disonante es lo que sucedió hace unos años en la banlieu en Francia y lo más reciente de Reino Unido, donde no hay colectivos que estén articulando propuestas. Son focos de revuelta donde no hay ese clásico ataque a los símbolos del capitalismo que pueden ser bancos y McDonalds, sino que se asalta tiendas de zapatillas para poder llevarse la ropa y los complementos que no pueden comprar y eso es bastante sintomático.
eXp.- ¿Y después del 15 de mayo?
D.G.A.- Después del 15 M ha habido un cierto reflejo en el extranjero con el tema de las acampadas. La de París en la Bastilla que reprimió la policía, en la Alexanderplatz en Berlín. En prensa se han visto pancartas en castellano aludiendo al 15M en las manifestaciones griegas. También en Chile ha habido un cierto hermanamiento y hay algún núcleo de Democracia Real Ya en Reino Unido.
eXp.- ¿Es posible pensar que un movimiento como el 15M pueda influir de alguna manera en la política de un país europeo?
D.G.A.- En los 3 meses de existencia ha comenzado a poner patas arriba la escena sindical, un montón de partidos políticos se están poniendo extremadamente nerviosos, sobre todo porque se dispara la abstención. Hay un mucha gente que sueña con montar una especie de partido político del 15M, o piensan en capitalizar de alguna manera ese descontento. Yo no sé hasta que punto se puede hacer una revolución tal y como se entendía antes, pero sin lugar a dudas el 15M es uno de los mayores condicionantes de la política española. Insisto con un peso desigual. Es muy difícil saber qué puede suceder en el futuro o qué cambios se pueden plantear pero desde luego es un movimiento que no pierde empuje. Creo que a medio plazo, veremos una serie de cambios sustanciales en la política española porque se han roto algunos temas en los que había como una especie de pacto de silencio tremendo. Es lo que el escritor Guillem Martínez caracteriza como la «cultura de la transición» cuando habla de una derecha supuestamente democrática y de una izquierda domesticada que está pactando continuamente y que rebaja sus presupuestos hasta que quedan prácticamente irreconocibles.
eXp.- Haya o no cambios, parece importante que la gente esté volviendo a hablar de política que era algo muy desprestigiado ultimamente.
D.G.A.- Si se analizan las encuestas, los más denostados son «los políticos» y «los científicos» los más valorados. Se ha vuelto a hablar de política que era un tema aburrido y gris. Creo que a eso ha ayudado mucho que cualquiera pueda ver como se desarrollan las asambleas o las actividades que el 15M hace en la calle. Eso tiene el peligro de que algunas veces derive en un speakers' corner de Hyde Park difícil de manejar, pero es imprescindible esa proximidad de la gente para que vean que la solución a sus problemas la tienen que plantear ellos y ellas mismas y para que no haya una especie de relación clientelar con el 15M, del tipo «estos que son los que se quejan a ver si me solucionan mi problema». Eso está cambiando y esperemos que la gente se vaya implicando cada vez más en la solución de sus problemas, que es en definitiva una implicación política.Eso no significa afiliarse a un partido o a un sindicato, hay otras muchas opciones y creo que es lo que está demostrando el 15M.