«Hubo combates callejeros entre policías y manifestantes durante los últimos cuatro días», dijo el presidente del centrista Partido Kenana, Ashraf Barouma. «¿Cómo se pueden realizar elecciones en estas circunstancias?», preguntó.
El viernes 18, cientos de miles de manifestantes se reunieron en la Plaza Tahrir para protestar por las políticas del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, que gobierna el país desde el derrocamiento en febrero de Mubarak.
Además de exigir la celebración de elecciones presidenciales el año próximo, los manifestantes expresaron su rechazo a una serie de «principios supra-constitucionales» propuestos por el gobierno, que le concederían a los militares poderes excepcionales.
Al final del día, los manifestantes, la mayoría de ellos de orientación islámica, levantaron sus tiendas de campaña y abandonaron la plaza. Sin embargo, varias decenas de personas, incluyendo algunos familiares de los fallecidos en el levantamiento de enero, decidieron permanecer en el lugar.
La crisis comenzó a la mañana siguiente, cuando las fuerzas de seguridad aparecieron abruptamente e intentaron dispersar con violencia a los acampados. Cuando otros activistas se enteraron de lo ocurrido, principalmente a través de las redes sociales en Internet, comenzaron a llegar más manifestantes a la plaza. Fueron cientos, y luego miles.
En los tres días siguientes, El Cairo fue escenario de hechos similares al levantamiento de enero, con duros choques de las fuerzas de seguridad, que emplearon gases lacrimógenos, balas de goma y fuego real, contra bandas ambulantes, armadas solo con piedras.
El lunes 21, las fuerzas de seguridad se retiraron de la plaza, dejándola en manos de decenas de miles de manifestantes, incluyendo a simpatizantes de los más importantes partidos políticos y de movimientos juveniles revolucionarios. Estos prometieron no retirarse hasta que sus demandas fueran atendidas.
Mientras, las escaramuzas continuaban en calles adyacentes, particularmente frente al cercano Ministerio del Interior.
Desde el sábado, al menos 35 manifestantes habrían muerto y más 1.000 resultado seriamente heridos, según datos del Ministerio de Salud.
«Lo que ocurre ahora demuestra que el Ministerio del Interior aún está dispuesto a usar las mismas tácticas violentas contra manifestantes desarmados como lo hizo durante el régimen de Mubarak», nos dijo el coordinador general del movimiento juvenil Bedaya, Moustafa Abdel Moneim.
Pero el creciente número de muertes solo parece haber fortalecido la resolución de los manifestantes.
«La caída de todos estos mártires ha servido para unir nuestras filas y hacernos más resueltos en nuestra demanda de una rápida transición hacia un gobierno civil», dijo Abdel Moneim, quien se encuentra en la plaza desde el sábado.
Los manifestantes, explicó, exigen la formación de un gobierno revolucionario con plenos poderes para dirigir la transición, la creación de un consejo presidencial civil y el inmediato juicio a funcionarios de seguridad responsables de asesinar a civiles.
El movimiento juvenil Bedaya, junto a otros 36 grupos revolucionarios, organizó una sentada en la Plaza Tahrir que continuará hasta que las demandas sean atendidas.
La noche del martes, cientos de miles --algunos dicen que más de un millón-- convergieron en la plaza en la más grande manifestación en Egipto desde enero.
Después de fuerte presión para que hiciera una declaración, el jefe del Consejo Supremo, Hussein Tantawi, dio un discurso televisado en el que anunció un puñado de concesiones.
Con apariencia demacrada, Tantawi dijo que había aceptado la renuncia colectiva del gabinete y prometió elecciones presidenciales a más tardar en junio de 2012.
Incluso, reiteró el compromiso del Consejo Supremo para celebrar elecciones parlamentarias la semana próxima, como estaba previsto.
Sin embargo, muchas figuras políticas consideraron que la remoción del gabinete, designado por el Consejo Supremo tras la caída de Mubarak, era insignificante.
«La renuncia no significa nada, ya que el gobierno ha actuado como poco más que un secretario del Consejo Supremo, que continúa funcionando como gobernante de facto de Egipto», dijo el presidente del Partido Haras Al Thawra (Guardianes de la Revolución), Magdi Sherif.
Mientras, los manifestantes en la Plaza Tahrir rechazaron por completo los anuncios de Tantawi y prometieron quedarse allí hasta que una autoridad civil que reemplace a los militares.
«Nos quedaremos en la plaza hasta que se cree un gobierno de salvación nacional o un consejo presidencial, con plenos poderes para administrar el país, y hasta que el ejército regrese a los cuarteles», subrayó Abdel Moneim.
Muchos no están seguros de que se celebren las elecciones parlamentarias la semana próxima. Creen que los militares lanzaron deliberadamente la represión el sábado para desatar una ola de violencia y tener así una justificación para demorar los comicios.
«La única explicación que puedo encontrar para que hayan causado estos problemas apenas días antes de las elecciones es que el Ministerio del Interior no quería que estas se celebraran», dijo Sherif.
Barouma, por su parte, alertó de que realizar comicios en la actual tensión solo podría derivar en un agravamiento de la violencia.
«Este vacío de seguridad post-revolucionario, sumado a la mayor presencia de armas entre la población, la mayoría de las cuales llegan de Libia, seguramente convertirá las elecciones en un baño de sangre», alertó.