QUITO, (IPS)- La campaña electoral en Ecuador finalizó sin grandes novedades en las propuestas políticas de los ocho candidatos presidenciales, salvo algunos matices en los programas ambientales, que van desde una visión empresarial hasta una revolución ecológica.
Para este domingo están convocadas a votar 11,6 millones de personas. El actual mandatario y aspirante a la reelección por la gobernante y centroizquierdista Alianza País, Rafael Correa, encabeza los sondeos, seguido a distancia por el exbanquero Guillermo Lasso, del movimiento derechista Creando Oportunidades (CREO). Estos dos candidatos, sumados al economista Alberto Acosta -expresidente de la Asamblea Constituyente y postulante por la Unidad Plurinacional de las Izquierdas- son los que han propuesto más medidas en materia ambiental.
Correa, por ejemplo, ha puesto énfasis en el respeto a la biodiversidad, plasmado en la Constitución de 2008 que él mismo impulsó y que dio a la naturaleza la condición de sujeto de derechos. Así, en el artículo 71 de la carta magna se detalla que «la naturaleza o Pacha Mama, donde se reproduce y realiza la vida, tiene derecho a que se respete integralmente su existencia y el mantenimiento y regeneración de sus ciclos vitales, estructura, funciones y procesos evolutivos». Además, señala, «toda persona, comunidad, pueblo o nacionalidad podrá exigir a la autoridad pública el cumplimiento de los derechos de la naturaleza».
Semejante alcance ha hecho de Ecuador el primer país del mundo en incluir la cuestión en su marco constitucional, un elemento clave del discurso de Correa, incluso en la actual contienda. En su programa de gobierno, Correa señala su intención de consolidar «su compromiso para recuperar y mantener un ambiente sano y ecológicamente equilibrado». Para ello puntualiza acciones como la implementación de la Estrategia Nacional de Biodiversidad, que permitirá «generar bienes y servicios a partir de la conservación, la restauración y la investigación de los ecosistemas» para alcanzar lo que denomina «el bioconocimiento».
La intención es aprovechar de manera sostenible y mediante el conocimiento los recursos de la naturaleza. Una medida concreta es la creación de la Universidad Internacional Amazónica, que se dedicaría a estudiar la riqueza de especies vegetales y animales de este país de gran diversidad para obtener medicinas, nuevos alimentos, productos agrícolas, etcétera. Otro aspecto en el que insiste Correa es transformar la matriz energética de este país petrolero, promoviendo proyectos hidroeléctricos, eólicos y fotovoltaicos para la generación de energía limpia.
Durante la campaña, el presidente ha mantenido en alto la Iniciativa Yasuní-ITT, que consiste en dejar bajo tierra al menos 846 millones de barriles de petróleo a cambio de una compensación económica de unos 3.600 millones de dólares, que representaría la mitad de lo que el país obtendría por explotar el crudo en una zona amazónica virgen.
Los yacimientos Ishpingo, Tambococha y Tiputini (que forman la sigla ITT) están situados en el parque nacional Yasuní, uno de los lugares de mayor biodiversidad del planeta, en la cuenca alta del río Napo, en el noreste del país. Hasta ahora, la iniciativa propuesta formalmente en 2007 ha recaudado 330 millones de dólares en un fideicomiso creado en 2010 y se espera que este año se sumen 244 millones más.
El presidente ha señalado que, de no alcanzarse la suma prevista, se podría explotar el crudo de una parte del parque, idea rechazada por el ecologista Acosta, que fue miembro e ideólogo del gobierno de Correa. En su mandato, ha dicho Acosta, la explotación del Yasuní no tendría lugar. Lo mismo planteó para los yacimientos mineros y para las fuentes de agua. Su propuesta es contraria a la economía extractiva y promueve racionalizar el uso del petróleo. Coincide con Correa en la generación de nuevas fuentes de energía y en la intención de que Ecuador refine sus propios derivados del crudo para evitar la importación.
En cambio, Lasso, aunque promete que tampoco explotará el Yasuní, apunta al compromiso de empresas y empresarios con el cuidado ambiental. Así, promueve la minería «respetando el ambiente» y promociona el desarrollo de un sistema de licencias ambientales para el inicio de actividades productivas. También cree en la participación privada en la recuperación de áreas boscosas y en la educación ambiental en escuelas y colegios.
Para Esperanza Martínez, directora de la organización no gubernamental Acción Ecológica, la campaña electoral mostró que «estos temas ya no se marginan, sino que son abordados como un sentir de la sociedad». Correa, Lasso, Acosta y el candidato del movimiento Ruptura de los 25, Norman Wray, han dedicado un espacio considerable al tema, aunque con matices, dice Martínez. La mayoría de los candidatos coinciden en la preservación del Yasuní y en la consulta previa a los pueblos indígenas sobre proyectos y actividades en sus territorios, describe la ambientalista.
Pero el más implicado ha sido Acosta, que aborda el cuidado medioambiental y el «no extractivismo» como un eje de su plan de gobierno y «no solo como un ofrecimiento aislado», opina Martínez. La ausencia de debate entre los candidatos y de una perspectiva profunda de los temas clave ha marcado los 42 días de campaña en este país andino. «Los ofrecimientos de los candidatos han sido como cañonazos sin dirección, sin debates sobre aspectos importantes», dice el analista político Simón Espinosa.
Las ofertas electorales carecen de «sustento o de compromisos reales con el país, evitando abordar temas sobre la democracia, conceptuales y constitucionales».