Dresde, que había sido reconocida como Patrimonio de la Humanidad en 2004, es la primera ciudad europea en ser expulsada de la lista de la UNESCO, que ya avisó de lo inapropiado de esa estructura en 2005, cuando un referéndum local votó a favor de su construcción con más de dos tercios de los participantes. Para la organización, el nuevo puente – que ha costado 156 millones de euros - estropea la vista de los magníficos palacios barrocos de la ciudad y supone un elemento muy invasivo en el paisaje del valle del Elba.
La misma opinión han mantenido estos años numerosos grupos ecologistas que se oponían a la construcción del puente y que además, iniciaron un proceso judicial para paralizar la obra ya que el puente cruza una zona de especial protección en la que vive una especie en peligro de extinción, el murciélago de herradura, de la que quedan unos 700 ejemplares en toda Alemania. Sin embrago, sus protestas también han sido en vano.
La polémica por la protección del valor paisajístico de la zona empezó en 1996 cuando se presentó el proyecto del puente Waldschlosschen para aliviar la congestión de tráfico que sufre Dresde. La UNESCO ya trató de presentar alternativas para evitar destruir el paisaje, incluso llegaron a sugerir la posibilidad de construir un túnel bajo el río que no tuviera impacto visual en el valle, emplazamiento privilegiado con 18 kilómetros de márgenes y riberas cuajados de palacios, castillos y jardines del siglo XVI.
En 2006 Dresde fue inscrita en la lista de Patrimonio Mundial en Peligro pero la advertencia tampoco demoró la construcción. Es la primera vez que la UNESCO saca a una ciudad de su lista por contravenir sus indicaciones. Hasta ahora, el comité sólo había excluido, en 2007, el santuario Oryx de Omán pero lo solicitó el propio sultanato porque prefería explotar las reservas petroleras de la región.
En Alemania, la UNESCO ya había tenido un encontronazo en Colonia a causa de un rascacielos que tapaba las vistas de la catedral. Tras varios años en la «lista roja», Colonia desestimó la edificación y conservó sus prestigio y su monumento intacto.
En España, el caso más delicado lo protagonizó Sevilla, con el emplazamiento de la Torre Pelli, un rascacielos de 189 metros de altura y 89 plantas levantado en una zona de intrusión paisajística, junto al conjunto monumental formado por la Catedral, el Alcázar y el Archivo de Indias. El Comité del Patrimonio Mundial aprobó en 2009 una resolución preliminar que recomendaba la paralización de la obra de la torre Pelli y dejó la decisión final en manos de un grupo de expertos que en 2010 concluyeron que la mole «no afecta a los tres monumentos declarados Patrimonio Mundial en 1987 en Sevilla: la Catedral, el Archivo de Indias y el Real Alcázar».
El informe que avalaba la construcción del rascacielos, aunque reprochaba a la constructora no haber parado las obras ante la primera advertencia y planteó ciertos cambios en el proyecto, no convenció del todo a los defensores del patrimonio local pero siguió adelante y, si se cumplen los plazos previstos, la Torre Pelli estará terminada en el segundo semestre de 2014.
En Dresde, administración y habitantes se han echado a la calle y han cruzado el nuevo puente en señal de apoyo... «Hay que mirar al futuro», aseguran, pero como ya ha anunciado su alcaldesa «desde hoy se marcan como una prioridad el volver a presentarse con otra candidatura para que el Valle del Elba recupere su categoría de Patrimonio de la Humanidad».