La reunión del G20 ha concluído con la Declaración de Pittsburgh, en la que todos están de acuerdo en «limitar los excesos que llevaron a la crisis», pero no han puesto límites a las primas de los banqueros como quería la Unión Europea. Sólo abogan por «evitar» que esas primas se prolonguen en el tiempo. También piden a los bancos que limiten los beneficios para fortalecer su capital.
Otra de las reflexiones es que la salida de la crisis aún no se ha completado por lo que los representantes de los países más ricos y las principales economías emergentes se han comprometido a no retirar de forma prematura los planes de apoyo fiscal, monetario y financiero y hacerlo de forma coordinada. Avisan que esta salida no será igual para todos y que puede variar entre países o regiones según las peculiaridades y las políticas que se hayan adoptado.
En cuestión de empleo, se comprometen a no abandonar la política de protección social y formativa para los desempleados y para los que tengan un mayor riesgo de perder el empleo.
A pesar de los esfuerzos de Europa por llegar a acuerdos en la lucha contra el cambio climático no se ha llegado a compromisos en esta materia. La solidaridad con los países menos desarrollados para financiar los cambios necesarios para dejar de ser tan contaminantes ha quedado en una cuestión de «voluntariedad». Piden que se retiren gradualmente los subsidios a los combustibles fósiles, pero no marcan una fecha concreta.
Tampoco aparece en el texto de conclusiones la propuesta del presidente francés, Sarkozy, de convocar una cumbre de jefes de Estado previa a la Conferencia de Copenhague. Aunque los líderes se verán de nuevo dentro de unas semanas en Nueva York para preparar la cita del clima.