Ecologistas en Acción y otras treinta organizaciones de toda Europa se han unido para dar a conocer el problema de los EDC, alteradores hormonales o sustancias disruptoras endocrinas, y llaman a los ciudadanos a tomar fotografías de artículos y productos de consumo cotidiano que se subirán a una galería online junto al mensaje «¿Cómo me afecta?». Esta iniciativa forma parte de la campaña europea EDC-FREE-EUROPE para aumentar la sensibilización de los ciudadanos sobre los efectos en la salud de los disruptores y pedir a las autoridades españolas y europeas, en particular a la Comisión Europea, que tome medidas para eliminar estos contaminantes.
Pero los EDC no son un problema nuevo. Desde mediados del siglo pasado naturalistas y biólogos han advertido diferentes problemas y cambios en especies animales de todo el mundo no conectadas entre sí: deformación en órganos reproductores, pérdida de capacidad reproductiva, disminución del sistema inmunológico, mortandades masivas,... problemas con un denominador común, la alteración del sistema hormonal o endocrino a causa de la exposición crónica a niveles bajos de ciertas sustancias sintéticas que llamaron disruptores endocrinos.
Los humanos tenemos un sistema endocrino muy similar al del resto de los vertebrados y estamos expuestos, más si cabe, a ese tipo de contaminantes por lo que, según diversos estudios científicos, como el publicado por la Organización Mundial de la Salud, estas sustancias son un riesgo y pueden provocar efectos adversos sobre la salud de un organismo o de su progenie, incluyendo cáncer, daños al sistema reproductor, obesidad, diabetes, daños neurológicos y otras graves enfermedades crónicas. Las mujeres embarazadas y lactantes y los niños son especialmente vulnerables a estas sustancias.
¿Cómo actúan los EDC?
Las EDC pueden estar presentes en alimentos y en numerosos productos y artículos que utilizamos en nuestra vida cotidiana, desde juguetes, productos de higiene, cremas solares, ropa o aparatos eléctricos y electrónicos.
Como explica el Dr. Nicolás Olea, de la Universidad de Granada, en un informe sobre EDC de la Fundación Vivo Sano «se trata de sustancias químicas, contaminantes ambientales, generalmente hechas por el hombre y su industria y que una vez dentro del organismo modifican el equilibrio de las hormonas. Las hormonas, como se sabe bien son mediadoras químicos que conectan un órgano con otro y mandan o son señales químicas. Estas señales químicas pueden ser interferidas, aumentadas, disminuidas por otro compuesto químico que utiliza o que se planta en su lugar. El fenómeno es que hay algunas consecuencias biológicas de esa interferencia». Es decir, al imitar o alterar el efecto de las hormonas, los disruptores endocrinos pueden enviar mensajes confusos al organismo ocasionando diversas disfunciones.
En el mismo informe, la doctora Marisa López-Teijón, del Instituto Marqués de Barcelona, explica que «el organismo humano no estaba diseñado para saber eliminar el metacrilato o el plástico. Todas estas sustancias se quedan acumuladas dentro del organismo porque no las puede degradar».
Para Dolores Romano, Coordinadora del Área de Riesgo Químico de ISTAS y una de las abanderadas de la campaña EDC-FREE-EUROPE «es importante la participación de las organizaciones sociales en las consultas públicas, pidiendo actuaciones concretas para reducir la exposición a estos tóxicos. Las autoridades ya no pueden escudarse en la necesidad de tener más conocimientos antes de tomar medidas para reducir la exposición a EDC y las organizaciones sindicales y ecologistas tenemos la oportunidad de exigir que cumplan su deber de protección de la salud pública y el medio ambiente».
La Comisión Europea aprobó en 1999 la Estrategia Europea sobre Alteradores Endocrinos por la necesidad de más investigación en este campo, cooperación internacional, información a los ciudadanos y acción política. En este tiempo, la UE ha financiado a través de sus programas científicos centenares de estudios y proyectos que han resultado en una mejora impresionante del conocimiento sobre los efectos sobre la salud humana y el medio ambiente de los EDC. Lo último, un informe encargado por la Comisión Europea y publicado en febrero de 2012 donde se explican las particularidades toxicológicas de los EDC. Algunas de ellas son:
- Actúan a dosis muy bajas, presentan distintos mecanismos de actuación y comprenden a un gran número de sustancias con estructuras químicas muy diferentes.
- Una misma sustancia EDC tiene diferentes modos de actuación según la concentración a la que se encuentre y según el momento específico de desarrollo del tejido con el que contacten. El efecto adverso causado puede variar dependiendo del momento de la exposición así como del equilibrio hormonal de la persona expuesta, que depende de la edad y sexo entre otros factores.
- Hay períodos de vulnerabilidad durante el cual la exposición a EDC puede ser particularmente dañina. Los períodos más críticos mejor estudiados son el prenatal y el desarrollo postnatal temprano. Los efectos de la exposición durante el periodo perinatal pueden no manifestarse hasta mucho más tarde en la vida. Efectos en una generación se puede transmitirse a las generaciones futuras a través de los mecanismos involucrados en la actividad de programación genética, conocidos como cambios epigenéticos.
- Numerosos EDC ocasionan efectos a dosis de exposición muy bajas, equivalentes a niveles actuales de exposición de la población. Estos efectos a dosis bajas pueden ser diferentes a los que ocasionan las mismas sustancias a dosis altas.
- La población está expuesta a niveles corporales de EDC que pueden ocasionar efectos perjudiciales sobre la salud.
- La dosis no hace el veneno para los EDC: pueden provocar efectos tóxicos a dosis altas, ningún efecto a dosis intermedias y efectos adversos a dosis bajas o viceversa. Por tanto, los ensayos de toxicidad estandarizados en la normativa actual no detectan los efectos negativos que producen los EDC a bajas concentraciones.
Normativa europea contra los EDC
Algunos países como Francia, Bélgica, Suecia y Dinamarca ya han empezado a regular y prohibir el uso de los disruptores endocrinos, sobre todo el bisfenol A (BPA) presente en los materiales de fabricación de tetinas, biberones y alimentación infantil y los ftalatos, sustancias usadas en cortinas de baño, manteles y productos de limpieza.
La Comisión de Medio Ambiente, Salud y Seguridad Alimentaria del Parlamento Europeo aprobó en enero de 2013 un proyecto de resolución para poner en marcha medidas urgentes y concretas para proteger la salud de los ciudadanos de los disruptores endocrinos. Por primera vez en 10 años, el Parlamento aborda directamente el riesgo de estas sustancias y, según la eurodiputada sueca Åsa Westlund, impulsora del proyecto: «Nuestro informe deja claro que ha llegado el momento de tomar una acción política coherente. Incluso aunque no tengamos todas las respuestas, sabemos lo suficiente para que se regulen estas sustancias de acuerdo al principio de precaución».
La ONG europea HEAL (The Health and Environment Alliance), una de las impulsoras de la campaña www.ecologistasenaccion.org/article26326.html junto a Ecologistas en Acción, asegura que «un reciente estudio realizado a ciudadanos de 17 países comunitarios confirma que todos tenemos disruptores endocrinos en la sangre. Reducir la exposición a los disruptores endocrinos nos da la oportunidad de detener el desarrollo de algunas enfermedades antes de que comiencen. Cuanto antes se ponga en marcha la UE para eliminar este tipo de sustancias químicas, mejor».
Los criterios para acabar con los EDC deben establecerse antes de diciembre de 2013 y para ello se ha creado un grupo de expertos (EU EDC Expert Group) en el que participan representantes de los Estado miembros, representantes de la industria y ONG.