DURBAN, Sudáfrica, (IPS)- Se habla de «financiamiento del carbono» cuando se establece un precio a las emisiones de CO2 u otros gases de efecto invernadero, causantes del recalentamiento del planeta.
Según Stoltenberg, fijar un valor al dióxido de carbono tendría tres beneficios fundamentales: estimularía a la industria a reducir la liberación de gases contaminantes, contribuirá al desarrollo de tecnologías limpias para recortar emisiones y generaría ingresos, que podrían ser utilizados con fines gubernamentales pero también en acciones climáticas.
Varios países han demostrado ya que los sistemas de comercio de carbono o los impuestos a las emisiones pueden ayudar a reducir la contaminación, a la vez que promueven el crecimiento económico, dijo Stoltenberg. «La Unión Europea cuenta con un completo sistema de comercio de carbono y un régimen de emisiones. Australia acaba de crear un impuesto al carbono. China está fijando precios al carbono, y Sudáfrica también quiere desarrollar un gravamen», indicó. «Lo bueno de fijar un precio es que se logra menos contaminación y más financiamiento», añadió.
En los últimos 10 días de la 17 Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 17), que se desarrolla hasta este viernes 9 en la sudafricana ciudad de Durban, el tema de cómo obtener recursos para el FVC ha sido protagonista.
La crisis global y las medidas nacionales de austeridad han reducido la disposición de los países ricos a comprometerse a llenar los cofres del fondo con dinero público. «Las crisis financiera y de deuda, especialmente en Europa y en Estados Unidos, se han agravado. Por tanto, debemos procurar tanto financiamiento público como de fuentes privadas», subrayó Stoltenberg quien, como co-presidente del grupo asesor, presentó a la ONU un análisis proponiendo medidas para generar financiamiento a largo plazo.
«Nuestra primera conclusión es que constituye un reto, pero es viable movilizar 100.000 millones de dólares al año», dijo. Stoltenberg aludía un acuerdo alcanzado en la COP 16, que se celebró en la ciudad mexicana de Cancún el año pasado, según el cual la financiación por vía rápida de 10 millones de dólares anuales entre 2010 y 2013 debía ser incrementada a 100.000 millones anuales para 2020. «No tiene ningún sentido tener un fondo si no cuentas con dinero para él», señaló.
Por su parte, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, coincidió en que las metas de financiamiento a corto y largo plazo solo podrían alcanzarse a través de una combinación de recursos públicos y privados. Esto no significa que los gobiernos pierdan control político sobre los mecanismos de financiamiento del FVC, algo que preocupaba a los países. «Hay una variedad de posibles opciones de financiamiento, como los impuestos al carbono, al transporte, etcétera. Dependerá de cada país decidir qué regulaciones quiere implementar a nivel nacional», indicó Ban.
Sin embargo, no exoneró a los gobiernos del Norte. «Los países industrializados deben mostrar liderazgo inyectando suficiente capital de inmediato», afirmó. «Es verdad que los gobiernos luchan contra la crisis, pero el cambio climático no es una opción, es un imperativo. Necesita un compromiso político unívoco y transparente», subrayó.
No habrá avance en la lucha contra el cambio climático sin más financiamiento, dijo por su parte el primer ministro de Etiopía, Meles Zenawi. «Necesitamos crear una estructura de precios que atraiga al sector privado para invertir en el financiamiento del clima. Fijar precios al carbono enviará una señal al sector privado indicando que la tecnología verde es da beneficios», opinó Zenawi. «La tecnología del futuro es verde. Hay una carrera. El que llega tarde quedará rezagado», añadió.
No obstante, expertos económicos dudan de que los países industrializados estén verdaderamente interesados en proveer fondos para la adaptación en el Sur. «No necesitamos más informes, necesitamos voluntad política», dijo el economista Nicholas Stern, consejero del gobierno de Gran Bretaña. Cuando más rápido actúen los políticos, más barato les costará, coincidió el presidente de México, Felipe Calderón, presionando para que el FVC comience a funcionar antes de que termine la reunión en Durban. «Una economía baja en carbono no sale barata. Costará cientos de millones de dólares al año, dependiendo de cuán rápido actuemos. Cuanto más pronto actuemos, menos nos costará», indicó.
Caio Koch-Weser, vicepresidente del Deutsche Bank, uno de los grupos bancarios más grandes del mundo, expresó su preocupación sobre el lento progreso para la creación del FVC. La industria esta dispuesta a invertir en una economía verde, aseguró. «Dennos un precio para el carbono, dennos una política confiable y el sector privado hará la mayor parte del trabajo. Ya hemos visto una gran vibración por parte de la comunidad empresarial en interacción con los gobiernos», dijo. «Por supuesto, todavía no a la escala y velocidad que necesitamos». Koch-Weser señaló además que la actual crisis económica mundial presenta una oportunidad para que los gobiernos y negocios se transformen y encuentren nuevos motores de crecimiento.
Para poder reunir 100.000 millones de dólares al año para 2020, con el fin de financiar la adaptación al cambio climático, «necesitamos nuevas asociaciones público-privadas que provean marcos transparentes, seguros y de larga duración», dijo Koch-Weser.