El nombre de Miguel de Cervantes suena más que nunca cada 23 de abril cuando se entrega, en el histórico Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares de Madrid, el premio que lleva su nombre a la máxima figura de las Letras Españolas. Es el acto central del Día del Libro y, este año, ha reconocido la maestría del poeta gaditano Jose Manuel Caballero Bonald, de 86 años. El Premio Cervantes de las Letras 2012 ha ido a manos del jerezano por ser un maestro en el uso del idioma y por su prolífica e intensa trayectoria en la que ha cultivado casi todos los géneros pero, sobre todo y hasta el desvelo, la poesía.
El acto ha estado presidido por los Príncipes de Asturias y ha contado con la presencia del Presidente del Gobierno, Mariano Rajoy y de importantes nombres de la cultura española como Mario Vargas Llosa (Premio Cervantes en 1994), Ana María Matute (Premio Cervantes en 2010), Luís Mateo Díez, Soledad Puértolas o Antonio Gamoneda (Premio Cervantes en 2006).
Don Felipe ha presentado a Caballero Bonald como un «navegante solitario, resistente a las modas» y ha destacado la libertad de su obra. «Sólo una palabra libre puede sacudir letargos y remover conciencias y la inquietud, a veces interpretada como disconformidad, ha sido un elemento clave en su trayectoria vital y literaria», ha dicho.
Caballero Bonald, ha añadido el Príncipe, «reclama lectores decididos a salir de sí mismos y a compartir la aventura de buscar con esa palabra nuevos espacios de vida individual y social».
Defensor de la palabra frente a los desahucios de la razón
El autor jerezano ha confesado antes de su discurso que se encontraba un poco aturdido por tantos halagos y ha dedicado gran parte de sus agradecimientos al mismísimo Miguel de Cervantes, un descubrimiento que debe a su profesor de literatura de los Marianistas y que fue, para el entonces futuro escritor, «una conmoción insospechada».
Cervantes como misterio perenne, como poeta infravalorado, como experto en infortunios y al final redimido por su gran obra. «Basta una simple ojeada al esplendor polifónico de su gran novela para entender que todo lo que tuvo de infortunada la vida de Cervantes, acabó encontrando una justiciera contrapartida en esa manifestación suprema de la propia libertad que es la palabra», ha recordado Caballero Bonald en su discurso.
El actual Premio Cervantes de las Letras, con ritmo pausado y ése deje andaluz que conserva con agrado, ha destacado también el «poder paliativo de la poesía» capaz de «rehabilitar un edificio social menoscabado».
«La poesía puede corregir las erratas de la historia y es una forma de defensa contra las ofensas de la vida, como decía Pavese. Siempre hay que defenderse con la palabra de quienes pretenden quitárnosla. Siempre hay que esgrimir esa palabra contra los desahucios de la razón», añadía el escritor gaditano.
Día de rosas, libros nocturnos y tenderetes
Fue en 1995 cuando la UNESCO declaró el 23 de abril «Día Internacional del Libro y del Derecho de Autor», como iniciativa para fomentar la lectura, proteger la industria editorial la propiedad intelectual. Desde entonces, la fiesta de los libros se celebra cada año en cientos de ciudades de todo el mundo.
El lema del Día del Libro 2013 es «Leer para Vivir» y con él, la UNESCO quiere reconocer la necesidad de los libros en todas las esferas de la vida del hombre, como individuo y como parte de la sociedad, recordando la importancia de la Filosofía, la tradición oral, la educación, la cultura compartida, etc... La ciudad elegida este año como Capital Mundial del Libro es Bangkok (Tailandia).
En España, sin embargo, la celebración del Día del Libro es muy anterior, en concreto se celebra desde 1926. Fue ese año cuando el escritor y editor valenciano Vicente Clavel propuso el 23 de abril como Día del Libro, coincidiendo con la muerte en 1616 de Cervantes y de Shakespeare. Su propuesta llegó al rey y Alfonso XII acabó firmando el Real Decreto por el que se instituía oficialmente la «Fiesta del Libro Español» con la salida de los libros a la calle y descuentos para los compradores.
Hoy, como entonces, editores, libreros y autores salen a la calle en las principales ciudades de nuestro país. Talleres, charlas, bookcrossing, cuenta-cuentos, exposiciones y concursos llenan la jornada pero, sin duda, el principal encanto del día es el encuentro entre autores y lectores. Sólo en Madrid, 500 autores, entre los que se encuentran Ian Gibson, Enric González, Almudena Grandes, Javier Reverte, Luis Landero, Javier Marías, Manuel Vicent, Nuria Barros, Vicente Molina Foix, Juan Manuel de Prada, Eduardo Mendicutti o Fernando Sánchez Dragó, y cerca de 200 librerías participarán en la VII Noche de los Libros.
«¡Que las rosas ilustren su misteriosa seda / con un fulgor de esencia; / y su vida insondable y sin nombre penetre / más allá de la muerte!».
El poema Rosas y libros de Juan Ramón Jiménez se abre como un homenaje en el Día del Libro, especialmente en Cataluña donde las rosas rojas son las otras protagonistas de la jornada.
La tradición de intercambiar un libro por una rosa nació al inicio del siglo XX de la mano del Gremio de Libreros y la Cámara Oficial del Libro para hacer más atractiva la celebración nacional del Día del Libro y tomaron las rosas por ser el símbolo de la victoria de San Jorge (Sant Jordi) ante el dragón. La leyenda cuenta que la región catalana de Montblanc estaba amenazada por un terrible dragón al que apaciguaban sacrificando a un vecino elegido por sorteo. Un día, la (mala)suerte recayó en la hija del rey pero en ese momento apareció un caballero, San Jorge, con una gruesa armadura que mató al dragón atravesándolo con su espada. De su herida, continúa la historia, brotó un rosal de flores rojas.
El día del libro, un salvavidas para la industria editorial
El Gremio de Libreros de Cataluña prevé vender hoy 1,5 millones de ejemplares, lo que supondrá una facturación de unos 18 millones de euros, entre el 8 y el 10% del total anual. Por eso, el Día del Libro es el enorme salvavidas para un sector que sigue asistiendo a la pérdida de lectores en todo el territorio.
Las últimas cifras apuntan que la venta de libros había caído un 10% en 2012, un receso que se ha mantenido en los primeros meses de 2013. A la inquietud por esta caída se une la necesidad de adaptación a un mercado que ya ha asumido su vertiente digital pero que tiene que lidiar con ella. Según el Barómetro de la comunicación y la Cultura, el libro electrónico sumó el año pasado 348.000 usuarios, lo que equivale a cerca del 9% del público lector y que en su mayoría, más del 50%, descargó los libros de manera ilegal.
Los datos que maneja la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros (Cegal), que agrupa a unas 1.600 librerías han sido calificados como «dramáticos» por ellos mismos. Con un descenso en la facturación de un 25 por ciento, las ventas el pasado año sumaron unos 500 millones de euros, sin que ello suponga un colchón económico que garantice la supervivencia del negocio ni el mantenimientos de los 13.000 trabajadores del sector. Según ha hecho público en diferentes medio de comunicación, la patronal de los libreros ha solicitado al Gobierno que se tome «en serio» a un sector estratégico para la cultura que acusa la falta de apoyos económicos y la competencia de los grandes operadores de venta de libros que no tributan en España.
Quizá las palabras de Caballero Bonald, esas palabras cargadas de coraje y alejadas de comportamientos gregarios, nos den la pista de la senda que debemos seguir si queremos vivir más y mejor.
«Leer un libro, escuchar una sinfonía, contemplar un cuadro son vehículos simples y fecundos para la salvaguardia de todo lo que impide nuestro acceso a la libertad y la felicidad». Y estaría bien, la verdad, que no gravaran la felicidad y la libertad con el 21% de IVA.