En algunos Estados miembros ya hay medidas para evitar que las aguas domésticas residuales lleven un exceso de productos dañinos para el medio ambiente. Para armonizar las medidas en toda la Unión Europea, la Comisión está elaborando un reglamento para prohibir la presencia de fosfatos en los detergentes para ropa y limitar el contenido de compuestos derivados del fósforo para el año 2013, fecha en la que calcula que los fabricantes habrán tenido tiempo de cambiar los productos.
En el mar Báltico y en el río Danubio el 24% y el 16%, respectivamente de los fosfatos que llevan sus aguas se deben a los detergentes que se utilizan en las casas para hacer la colada. La otra fuente de fosfatos más importante es la agricultura.
En 2004 ya se dictaron normas para que las etiquetas de estos productos enumeraran sus compuestos y la cantidad para que el consumidor informado pudiera elegir los menos nocivos para el medio ambiente. Una medida que no es suficiente.
Los fosfatos se utilizan en los detergentes para hacer que el agua sea más blanda y el lavado más fácil, también hace que la suciedad no se vuelva a pegar en la ropa. Las aguas residuales deben pasar por un costoso proceso químico o biológico en plantas de tratamiento para eliminar los productos dañinos para el medio ambiente, pero no todos los países de la UE tienen la tecnología necesaria.
Cuando existe en las aguas una concentración de fosfatos o de nitratos demasiado alta, se produce un aumento de nutrientes insostenible. El resultado es un crecimiento excesivo de las algas que impiden la vida a otras especies acuáticas, un fenómeno que se conoce como eutrofización o mareas rojas o verdes. Una menor concentración de fosfatos es buena tanto para el medio ambiente como para el bolsillo del contribuyente que debe pagar su eliminación.
Bruselas prevé analizar el caso de los detergentes utilizados en lavavajillas como muy tarde a finales de 2014.