El líder socialista y exministro de Finanzas, Evangelos Venizelos, ha abierto un leve punto de optimismo en las negociaciones. En su ronda de entrevistas, ha conseguido que el pequeño partido de izquierda democrática, Dimar, se sume a su proyecto. Con este escaso bagaje, Venizelos ha intentado convencer este viernes al vencedor de las elecciones, el líder de la conservadora Nueva Democracia, que ya renunció a formar gobierno, tras fracasar en sus conversaciones con las demás fuerzas políticas.
Samaras, rival de Venizelos, comparte con él la idea de cumplir los planes de ajuste acordados con la troika, pero condiciona su participación en un futuro gobierno de unidad a la de los izquierdistas de Siriza, el segundo partido más votado en las elecciones, partidario de que Grecia siga en el euro, pero contrario a los planes de austeridad dictados por Bruselas. «El país necesita un gobierno duradero» ha dicho Samaras, consciente de la inestabilidad que provocaría formar un gabinete que parte con planteamientos opuestos sobre la gravísima situación económica de Grecia.
La UE apremia a Atenas para que cierre la crisis política abierta, que está teniendo repercusiones en los mercados de toda Europa, por la preocupación de inestabilidad que mantiene en la eurozona. El comisario de Asuntos Económicos, Olli Rehn, tras dar cuenta de las malas perspectivas económicas de Grecia para este año y el próximo, ha señalado que «Grecia tiene grandes dificultades por delante, entre ellas formar un gobierno de coalición pronto para que la economía se sitúe en la vía de la sostenibilidad y vuelva a crecer, gracias también al segundo paquete de rescate acordado».
En el Parlamento salido de las elecciones del domingo Nueva Democracia dispone de 108 escaños; Syriza, 52; el socialdemócrata Pasok, 41; el nacionalista Griegos Independientes, 33; el Partido Comunista, 26; los neonazis de Amanecer Dorado, 21, y los centroizquierdistas de Dimar, 19.