La alta abstención en las elecciones al Parlamento Europeo del pasado junio no estuvo motivada por falta de información, razones concretas en cuanto a programas políticos o quejas sobre la institución. Más del 60% de los que no votaron lo hicieron por desinterés o desconfianza.
Según una encuesta del propio Europarlamento realizada a casi 27.000 europeos al mes siguiente de las elecciones, sólo el 8 % de los que se abstuvieron alegan estar descontentos con el papel o la actuación del legislativo europeo.
Casi un tercio de los encuestados confiesa abiertamente que no confía en la política, un 17 % piensa que votar no cambia nada y otro 17% demuestra un claro desinterés hacia la política en general. En contra de lo que se intuía, sólo el 10% de los europeos dice que no fue a votar por desconocimiento.
La encuesta ha confirmado que la abstención fue mayor entre los jóvenes, los ciudadanos con menor formación y aquellos que tienen empleos menos cualificados. Un dato confirma hasta qué punto influye la situación económica personal en la actitud hacia las elecciones: la mayor tasa de abstención, el 66 por ciento, se dio entre los que aseguran no llegar a fin de mes.
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