Según apunta Carlos Álvarez, investigador del Instituto de Ingeniería Energética de la UPV, el objetivo de DRIP es conseguir que las empresas consuman de manera más eficaz la energía y, al mismo tiempo, que ahorren el máximo en su factura. Para ello, el proyecto plantea un nuevo escenario de Gestión de la Demanda, en el que las empresas podrían participar en los mercados de energía y de operación de los sistemas eléctricos, pasando a ser suministradores de recursos.
«Lo que queremos con este proyecto es impulsar los cambios regulatorios necesarios para que la empresa que disponga de algún recurso de generación distribuida –paneles fotovoltaicos, molinos, etc.- o pueda flexibilizar su consumo –con cortes puntuales o bajada de la demanda-, participe en los procesos de gestión del sistema eléctrico, ofrezca su energía y reciba remuneración por ello. Todo ello redundaría en un menor coste de la factura eléctrica», destaca Carlos Álvarez.
La herramienta desarrollada evalúa en qué procesos una empresa puede flexibilizar su demanda de energía, consumir menos y ofrecerla al mercado. Para ello, el usuario tendría que introducir, por un lado, el consumo de los distintos procesos y el consumo total de la fábrica, y por otro, los procesos en los que puedes cortar el consumo o bajarlo, y durante cuánto tiempo. Igualmente, debería indicar el número de cortes o interrupciones de suministro que podría tolerar y cuánto tiempo de preaviso necesita para que se produzca esa bajada o corte de consumo; en función de este tiempo, la compensación económica sería mayor o menor.
«La herramienta determina los costes asociados a cada acción de flexibilidad –reducción o aumento de consumo- y, en función de los precios que hay en los diferentes mercados de operación, estima el beneficio económico asociado a la planificación de la producción y consumo energético», apunta Carlos Álvarez.
La herramienta ha sido evaluada en cuatro fábricas europeas: en España, en una fábrica de productos cárnicos y en un centro logístico; en Alemania, en una industria papelera; y en Holanda, en otra empresa de productos cárnicos. «El ahorro en la factura eléctrica derivado de la aplicación de la herramienta osciló en torno al 15%», destaca Carlos Álvarez.