Tras la disolución, dos de las islas, Curazao y San Martín, tendrán un gobierno propio y se convierten en «países constituyentes». Las islas de Bonaire, San Eustaquio y Saba pasan a ser «municipios especiales» dentro de los Países Bajos. Mientras los primeros mantendrán el florín antillano como moneda, los segundos pasarán a adoptar el dólar. Ninguna isla forma parte de la Unión Europea pero sus ciudadanos mantendrán el pasaporte neerlandés y por lo tanto tienen los mismos derechos que el resto de europeos.
Las dos ceremonias de disolución más importantes se han celebrado en San Martín y Curazao donde han estado presentes los príncipes herederos de los Países Bajos. Durante la jornada del domingo, los dos nuevos países han constituido los Parlamentos han nombrado a sus primeros ministros y los gobernadores han jurado sus cargos como representantes de la reina Beatriz durante los próximos seis años.
Uno de los retos para los próximos años será de carácter judicial. Deberán asumir las leyes holandesas que permiten la eutanasia, el aborto o los matrimonios homosexuales. Temas muy controvertidos en estas islas de mayoría católica. Económicamente , siguen bajo la tutela de La Haya, que se hace cargo del 70% su deuda estimada en 1,7 millones de euros.
Importantes para el comercio de esclavos de África a América, las islas son desde hace tiempo un destacado destino turístico.