Los pormenores de lo que pasó con la adolescente palestina se conocieron solo después de que una apelación judicial levantara una orden israelí de prohibición de informar sobre el caso, tras una campaña mundial por su liberación.
La joven de complexión delgada y cabello moreno, oriunda de la localidad de Beitin, cerca de Ramalah, fue detenida en diciembre y más tarde acusada de arrojar piedras y de estar en posesión de un cuchillo. Ella asegura que las confesiones fueron obtenidas por la fuerza durante los interrogatorios. Al Jatib fue condenada a dos meses de prisión, tres meses de libertad condicional y una multa equivalente a unos 1.500 dólares.
Según la organización independiente Military Court Watch, actualmente hay 151 niñas y niños palestinos detenidos por «delitos contra la seguridad» en los territorios ocupados e Israel. Cerca del 47 por ciento se encuentran en cárceles en Israel, en contravención de la Convención de Ginebra porque eso limita la capacidad de visita de sus familiares y abogados de Cisjordania y Gaza, denuncia el grupo.
La organización Defensa de los Niños Internacional-Palestina (DCIP) informa que en diciembre de 2014 había encarcelados 10 niños y adolescentes palestinos entre 10 y 15 años. Los soldados o policías israelíes llegaron a arrestar a niños de apenas ocho años. Las fuerzas israelíes arrestan aproximadamente a 1.000 niños y niñas cada año en la ocupada Cisjordania, añade el grupo.
No solo la gran cantidad de niños palestinos arrestados es motivo de preocupación de las organizaciones de derechos humanos, sino también su tratamiento durante el encarcelamiento. En 2013, el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) denunció a las autoridades de Israel en su informe Niños bajo detención militar israelí por el empleo de «la intimidación, las amenazas y la violencia física para forzar confesiones de los niños palestinos».
Niños y niñas «fueron amenazados de muerte, violencia física, aislamiento y agresión sexual, contra ellos mismos o un miembro de la familia», denuncia el informe.
Hablamos con dos adolescentes palestinos del campo de refugiados Jelazon, cerca de Ramalah, que fueron golpeados, maltratados durante el interrogatorio y encarcelados, acusados de arrojar piedras y cócteles molotov a las fuerzas de seguridad y los colonos israelíes.
Un centenar de soldados israelíes fuertemente armados, con máscaras en los rostros, derribaron la puerta y tomaron por asalto la casa de Jalil Jaled Najli, de 17 años, en la madrugada del 11 de agosto de 2014, aterrorizando a sus seis hermanos y hermanas menores.
«Los soldados me rompieron el brazo al golpearme mientras me arrestaban. Me acusaron de arrojar piedras a los colonos israelíes del asentamiento de Beit El, cerca del campamento Jelazon», nos contó Najli. El joven fue llevado a una prisión israelí donde fue maltratado durante el interrogatorio y finalmente condenado a seis meses de prisión, a pesar de que se negó a admitir los cargos en su contra.
La casa de Ahmed Othman Safi, de 17 años y amigo de Najli, fue allanada de manera similar en la madrugada del 7 de septiembre de 2014. Esta vez, los soldados utilizaron explosivos para abrir la puerta. Safi quedó ensangrentado y con el cráneo fracturado cuando los soldados que lo arrestaron lo golpearon en la cabeza con la culata de sus armas. Hasta el día de hoy, el joven tiene una hendidura de dos centímetros de ancho, donde el pelo se niega a crecer, como cicatriz permanente.
«Me condenaron a seis meses de prisión aunque no pudieron obligarme a confesar», indicó Safi. El tratamiento recibido solo le enojó más. «Todos nos sentimos frustrados por la forma que nos trataron y eso solo exacerba nuestra ira contra la ocupación», subraya. Los menores de edad palestinos detenidos reciben un tratamiento más duro en comparación con los jóvenes israelíes.
«Dos niños, uno judío y otro palestino, acusados de cometer el mismo acto, como el lanzamiento de piedras, recibirán un tratamiento sustancialmente diferente de dos sistemas jurídicos diferentes», denuncia la Asociación por los Derechos Civiles en Israel (ACRI), en el informe Una regla, dos sistemas jurídicos: las leyes de Israel en Cisjordania.
«El niño israelí tendrá los amplios derechos y protecciones concedidos a los menores de edad bajo la ley israelí. Su par palestino tendrá derechos y protecciones limitadas, que no alcanzan para garantizar su bienestar físico y mental», según el informe.
Además, en muchos casos, la ley penal aplicable a los menores palestinos es más estricta e incluso más severa que la aplicada a los adultos israelíes. «Si Malak al Jatib hubiera sido arrestada por actividad violenta como una niña israelí habría tenido ciertos derechos. Pero estos les fueron negados por ser palestina», afirma el portavoz de ACRI, Nuri Moskovich.
Las décadas de gobierno militar israelí «temporal» en los territorios ocupados han dado lugar a dos sistemas jurídicos separados y desiguales que discriminan entre israelíes y palestinos. La diferenciación legal no se limita a la seguridad o a los asuntos penales, sino que afecta a casi todos los aspectos de la vida cotidiana.
«Una serie de decretos militares, fallos legales y modificaciones legislativas han generado una situación en la que los ciudadanos israelíes que viven en los territorios ocupados permanecen bajo la jurisdicción de la ley y el sistema judicial israelí, con todos los beneficios que esto confiere», señala ACRI.
«Por el contrario, los palestinos en Cisjordania están sometidos al derecho militar mucho más estricto, que consiste en órdenes militares dadas por los generales israelíes desde 1967», añade.