Curas «indignados» en Austria

El Papa tiene prevista una visita a la católica Austria desde el 22 al 25 de septiembre y no parece que el clima entre los sacerdotes austriacos sea muy acogedor.

Unos 330 sacerdotes apoyan activamente un llamamiento a la «desobediencia civil», aunque más bien debería llamarse religiosa. Los curas rebeldes piden, entre otras cosas, la ordenación de mujeres y personas casadas, que se permita a personas no ordenadas pronunciar sermones y dirigir parroquias y que los divorciados puedan recibir la comunión.

Vista general de la catedral de Viena
Catedral de San Esteban, Viena (Austria)/Foto:CC

No son reivindicaciones nuevas dentro de la iglesia católica, en España se han oído muchas veces, pero están revolucionando Austria. «En cada misa, abogaremos por la reforma dentro de la Iglesia», dicen en su llamamiento. Según una encuesta reciente, cerca de las tres cuartas partes de los austriacos consideran que las peticiones de estos sacerdotes son «justas».

La mayoría de los austriacos son católicos, pero últimamente se distancian de la Iglesia tras los escándalos de abusos sexuales. Las encuestas lo aclaran bastante, más del 86% de los interrogados creen que el celibato ha hecho más mal que bien a la Iglesia católica. El número de fieles que la abandonaron fue un 64% mayor que los que lo hicieron el año anterior.

La jerarquía y teólogos austriacos critican a los rebeldes, más que nada por la forma en la que lo han planteado. El fondo del asunto no se comenta.

El cardenal Christoph Schönborn, que conoce muy bien al líder de los disidentes, Helmut Schüller que fue su ayudante, los ha comparado con jugadores de fútbol que saltan al campo pero se niegan a cumplir las reglas del juego, «Si alguien decide ser disidente, evidentemente eso tendrá consecuencias» ha dicho.

Los «desobedientes» son partidarios de los sacerdotes casados, de la ordenación de las mujeres, de que los divorciados que se han vuelto a casar puedan comulgar y, puedan contraer un segundo matrimonio por la iglesia, que los protestantes puedan recibir la Comunión y, teniendo en cuenta la escasez de sacerdotes, que los laicos prediquen y dirijan parroquias.