Como ya había anunciado, el primer ministro británico ha rechazado sumarse al pacto fiscal de la UE y ha advertido de que tomará medidas si el acuerdo firmado este lunes afecta al mercado único europeo. La sorpresa ha venido de Praga, al quedarse también al margen del pacto. En su caso, ante la posibilidad de que el parlamento checo no lo ratifique y se entre en una espiral de procedimiento que finalmente bloqueara su aprobación.
El tratado internacional que comprometerá así a 25 socios de la UE se firmará en la próxima cumbre de los días 1 y 2 de marzo y después tendrá que ser ratificado por los parlamentos nacionales de los firmantes. Exige la incorporación a la legislación de cada país la «regla de oro», como ya hizo España, y contempla que quienes incumplan el techo de gasto pueden ser denunciados por otro socio ante el Tribunal de Justicia de la UE y ser sancionados con multas de hasta el 0,1% de su PIB.
Sí ha habido unanimidad en el nuevo fondo de rescate permanente de la eurozona, el Mecanismo europeo de Estabilidad (MEDE), aunque solo podrán beneficiarse de sus recursos los países que se sumen al pacto fiscal. Entrará en vigor el próximo uno de julio, con una dotación de 500.000 millones de euros. Ante las peticiones de algunos socios, como España, queda abierta la posibilidad de ampliar su capacidad de préstamo con otros 250.000 millones vinculando el antiguo fondo (FEEF) y el nuevo. Alemania, de momento, no lo considera necesario.
Un crecimiento que propicie el empleo
Junto a las herramientas para corregir los desequilibrios presupuestarios de los Estados de la UE, el tema estrella de la cumbre ha sido el empleo o la forma de enviar un mensaje de que la UE hace algo por los 23 millones de parados que hay en sus 27 países. Eso se ha hecho, pero sin concretar medidas. Una larga declaración de intenciones ha puesto fin al Consejo que deja sabor a ya conocido aunque, hasta ahora, ni siquiera explorado. Impulsar el empleo, especialmente el de los jóvenes, completar el Mercado Único e impulsar la financiación de la economía, en particular de las pymes, son los objetivos generales. Como ya se había anunciado, se cuenta con los 82.000 millones de euros de fondos estructurales y de cohesión previstos para reasignarlos a crear puestos de trabajo o formación.
«Me va a costar una huelga general»
Por lo que respecta a España, una confidencia del presidente del gobierno, Mariano Rajoy, al primer ministro finlandés, Jyrki Katainen, sin darse cuenta de que las cámaras recogían el sonido ha sido la frase de la cumbre: «la reforma laboral me va costar una huelga general».
En la rueda de prensa posterior al Consejo, Rajoy ha señalado que «sé que no van a gustar muchas cosas a los sindicatos o a los empresarios, pero nosotros tenemos la obligación de gobernar».
Rajoy se ha felicitado por los acuerdos de la cumbre, ha dicho que el gobierno no tiene intención en este momento de recurrir al mecanismo de estabilidad financiera, que «tiene un papel disuasorio» para enviar un mensaje a los mercados; y se ha mostrado dispuesto a aceptar que equipos de la UE vengan a España para colaborar en la reducción del desempleo y hacer un estudio de los fondos de los que puede disponer cada país, aunque también ha señalado que «nosotros estudiaremos lo que le conviene a nuestro país.»