La tan mentada Cumbre del Clima que se celebrará a finales de este mes ses presenta como uno de los grandes acontecimientos político-ambientales de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para 2014.
El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, insta a los más de 120 gobernantes y empresarios que participarán en la cumbre, el 23 de septiembre, que anuncien iniciativas significativas y sustanciales, con promesas de fondos incluidas, «para ayudar a que el mundo avance por un camino que limite el calentamiento global».
Según la ONU, la cumbre será la primera ocasión en cinco años en que los líderes del mundo se reunirán para discutir lo que se califica de desastre ecológico: el cambio climático.
Entre las repercusiones negativas del calentamiento mundial se incluye la subida del nivel del mar, los patrones climáticos extremos, la acidificación de los océanos, el derretimiento de los glaciares, la extinción de especies, de la biodiversidad y las amenazas a la seguridad alimentaria mundial, advierte la ONU.
¿Pero qué se puede esperar realmente de la conferencia del 23 de septiembre, que probablemente no dure más de 12 horas?
«Un acontecimiento de un día no podrá resolver nunca todo lo relacionado con el cambio climático, pero podría ser un punto de inflexión para demostrar la renovada voluntad política de actuar», indica Timothy Gore, director de políticas e investigación de la campaña Crece de Oxfam International. Algunos líderes políticos aprovecharán la ocasión para hacer eso, pero muchos «parecen decididos a... mantenerse alejados de los compromisos transformadores que se necesitan», agrega.
Gore dice que la cumbre está pensada como una plataforma para los nuevos compromisos de acción en materia climática, pero existe el riesgo real de que estos no sean gran cosa. «El enfoque puesto en las iniciativas voluntarias en lugar de los resultados negociados significa que no hay garantías de que los anuncios que se realicen en la cumbre sean lo suficientemente sólidos».
Se espera que el Fondo Verde para el Clima movilice unos 100.000 millones de dólares anuales del Sur en desarrollo para 2020, según la ONU. Pero aún no ha recibido los fondos que se entregarán a los países en desarrollo para que puedan implementar sus acciones climáticas.
«El 23 de septiembre veremos cómo los líderes mundiales no están a la altura de lo que necesitamos para lidiar con el peligroso cambio climático», comenta Dipti Bhatnagar, de Amigos de la Tierra Internacional y la mozambiqueña Justicia Ambiental.
Las «promesas» que los gobiernos y las empresas harán en la Cumbre del Clima serán muy insuficientes para abordar la catástrofe climática, asegura la activista. «La idea de que los gobernantes asuman compromisos voluntarios y no vinculantes es un insulto para los cientos de miles de personas que mueren cada año por los impactos del cambio climático».
«Necesitamos que los países industrializados asuman objetivos de reducción de emisiones equitativos, ambiciosos y vinculantes, no un desfile de gobernantes que quieren dar una buena impresión», dice. «Pero este desfile falso es lo único que vamos a ver en esta cumbre de un día», agrega.
El 21 de este mes, dos días antes de la cumbre, cientos de miles de personas marcharán contra el cambio climático en ciudades de todo el mundo. «El 21 de septiembre estaremos en las calles de Nueva York como parte de la mayor marcha climática en la historia que enviará un mensaje fuerte y claro para que los líderes mundiales actúen ya», dice Martin Kaiser, líder del proyecto Política Climática Mundial, de Greenpeace.
Las empresas deben anunciar fechas firmes a partir de las cuales operarán con el 100 por cien de energía renovable, dice. Además, «los gobiernos deben comprometerse a eliminar gradualmente los combustibles fósiles para 2050 y tomar medidas concretas..., como acabar con la financiación de las centrales eléctricas de carbón», agrega.
«También esperamos que los gobiernos anuncien que van a dar más dinero para el Fondo Verde para el Clima con el fin de ayudar a los países vulnerables a adaptarse a los desastres climáticos», expresa Kaiser. «Necesitamos que el Norte industrial entregue fondos públicos seguros, previsibles y obligatorios al Sur en desarrollo a través del sistema de la ONU», dice Bhatnagar, de Amigos de la Tierra Internacional.
Los líderes de los países industrializados están descuidando su responsabilidad para evitar las catástrofes climáticas, impulsados por los estrechos intereses económicos y financieros de las elites ricas, la industria de los combustibles fósiles y las corporaciones transnacionales, explica.
«Lo que se necesita para detener el cambio climático son objetivos de reducción de emisiones equitativos, ambiciosos y vinculantes de los países desarrollados, junto con la transferencia de fondos y tecnología a los países en desarrollo», agrega Bhatnagar. «También necesitamos una completa transformación de nuestros sistemas de energía y alimentos».
En este sentido es necesaria una mayor transparencia para decidir si los anuncios hechos son coherentes con las últimas conclusiones científicas sobre el clima y si protegen los intereses de los más vulnerables frente a los impactos climáticos, nos dice Gore, de Oxfam Internacional.
En cuanto al papel del sector privado, «necesitamos que los empresarios combatan el cambio climático, y están surgiendo buenos ejemplos de empresas que están a la altura de la ocasión», precisa.
En el sector de alimentos y bebidas, por ejemplo, Oxfam ha trabajado con compañías como Kellogg y General Mills para que asuman compromisos de reducción de las emisiones de sus cadenas de suministro agrícola, sumamente contaminantes.
«Pero en general esta cumbre muestra que hay demasiadas partes del sector privado que aún no están a la altura, ya que las iniciativas que se presentarán no cumplen con la transformación que necesitamos», subraya.
«Esto sirve para recordarnos la importancia fundamental que tiene el fuerte liderazgo gubernamental en el cambio climático. Las iniciativas voluntarias de abajo hacia arriba no son un sustituto de la acción real del gobierno», afirma Gore.