La cita paralela «Por la injusticia social, la solidaridad internacional y la soberanía de los pueblos» quiere llamar la atención de los participantes en la reunión oficial sobre el rechazo de la sociedad civil de ambas regiones a la visión de desarrollo que, según los organizadores, se ha impuesto en las cumbres bicontinentales precedentes. «La crisis, que como se ha confirmado ha sido causada por un proyecto financiero erróneo, se carga sobre los pueblos», afirmó el activista chileno Martín Pascual, uno de los coordinadores de la cumbre alternativa.
Para Pascual «esta cumbre busca responder a esa mirada oficial que viene desde el llamado Primer Mundo, y creemos que vamos a encontrar eco en varios estados latinoamericanos que tienen una mirada diferente, y desde luego, en las organizaciones sociales». asegura que son varios los países de América Latina y el Caribe que fomentan una actitud «más independiente, más autónoma, más soberana». «Los gobiernos de Venezuela, Argentina, Brasil, Ecuador y varios más, han tenido rechazado las imposiciones de parte de organismos como el Fondo Monetario Internacional. Varios de esos países han tenido confrontaciones con empresas multinacionales por las nacionalizaciones».
Añade que «todos estos países quieren fortalecer el desarrollo de sus propias economías y no exclusivamente el 'extractivismo', que es una pretensión de los países industrializados que da ese rol a los países periféricos en la economía global».
La cumbre oficial tiene como lema «Alianza para el desarrollo sostenible: promoviendo inversiones de calidad social y ambiental», algo que, a juicio de Pascual, pone en alerta a muchos pueblos y organizaciones sociales debido a que, «aunque sea con apellidos, se pone en el centro el tema de las inversiones».
Las cumbres de la UE y América Latina y el Caribe comenzaron su andadura bianual en 1999 en Río de Janeiro y hasta ahora se han celebrado seis. Pero la de Santiago representa volver a comenzar, porque será la primera ocasión en que la región latinoamericana-caribeña se presenta integrada en un nuevo organismo intergubernamental de concertación política.
Se trata de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), creada en 2010, que tendrá así su primera cumbre con la UE, entre los días 26 y 27 en Santiago. Los anfitriones anticipan que participarán 24 mandatarios de los 33 países integrantes de la Celac y 17 jefes de Estado y de gobierno de los 27 miembros de la UE, además de los máximos representantes de la Comisión y el Consejo Europeo.
Como presidente temporal de la Celac, Chile también será el anfitrión de la primera Cumbre formal del mecanismo regional los días 27 y 28, cuando su presidencia pasará a Cuba. Antes hubo dos citas, la que creó el mecanismo en 2010 en México y y en 2011 en Venezuela, cuando se puso en marcha.
Según cifras de la Dirección de Relaciones Económicas Internacionales del Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile, el comercio Celac-UE ha aumentado anualmente un 13 por ciento entre 2002 y 2011, cuando alcanzó la cifra de 276.000 millones de dólares y un crecimiento de 23,9 por ciento respecto del año anterior.
Sin embargo, la Cumbre tendrá lugar en medio de la crisis económica y financiera que azota al bloque europeo, de la que busca salir mediante rígidas políticas de austeridad impuestas desde Bruselas y los gobiernos más afectados. Una estrategia considerada, por la sociedad civil de las dos regiones, como un grave retroceso social y democrático. «Se está viviendo una crisis en la zona europea que abarca al conjunto de países más desarrollados, y en un contexto en que América Latina también tiene ciertas dificultades, particularmente con la presencia de empresas multinacionales», explica Pascual, presidente de la Asociación Chilena de Organizaciones No Gubernamentales. Para agravar la situación, a su juicio, se suman «presiones que vienen desde algunos organismos financieros internacionales».
Pascual considera que la Cumbre de los Pueblos 2013 adquiere mayor relevancia debido al momento histórico que afronta la sociedad civil en el mundo. «Si hay algo que hoy día es común a ambos continentes es tener pueblos movilizados», afirma.
Desde la primera gran movilización social alternativa, en 1998, «no nos imaginamos un escenario como este, en que tenemos a ambos continentes en una actitud de movilización, de exigencias, en contra de estas injusticias y de no aceptación de la política que se quiere imponer». En aquel año, activistas y organizaciones sociales de todo el mundo se congregaron en la ciudad estadounidense de Seatle, en contraposición a la reunión de la Organización Mundial de Comercio celebrada allí.
La Cumbre de los Pueblos se iniciará el viernes 25 con una marcha por Santiago que culminará en la Plaza de Armas con un acto artístico cultural. Desde ese día y hasta mediodía del siguiente se desarrollarán cerca de 85 actividades. Posteriormente, se iniciarán asambleas sobre los cuatro ejes centrales establecidos para esta cumbre. Son «Democracia, participación y soberanía de los pueblos frente al poder de las corporaciones»; «Derechos humanos y laborales frente a la privatización de los bienes comunes»; «Buen vivir y derechos de la Madre Tierra, contra la mercantilización de la naturaleza y de la vida» e «Integración y solidaridad de los pueblos en contra de la injusticia social».
Además habrá tres ejes transversales centrados en inversiones, género y pueblos indígenas. Para el antropólogo Juan Carlos Skewes, la aportación de las cumbres paralelas a las reuniones oficiales es valioso por que ofrecen de visión alternativa. «En general en estas grandes cumbres políticas se presentan los intereses prioritarios para las élites de cada país, donde se discuten temáticas financieras, tributarias, de comercio exterior, etcétera». La cumbre de los pueblos, en cambio, «es importante para que otros sectores de la sociedad que están representados en esos encuentros, puedan ventilar sus propias perspectivas y situaciones».
Skewes añade que «es una oportunidad también para que la sociedad civil pueda reunirse, dialogar y crear visiones alternativas con respecto a lo que son procesos regionales, nacionales e internacionales». También recuerda que la sociedad civil, «la gran virtud que tiene, es la de crear conciencia respecto de temas que son críticos dentro de un simple proyecto que es más hegemónico, que no es tan visible para la sociedad y que permite tener la contraparte».