Donald Sassoon es el mayor investigador sobre el desarrollo de la industria cultural europea en los últimos 200 años. Su obra, «Cultura, el patrimonio común de los europeos» (Editorial Crítica), es un macrorrecorrido de 1.700 páginas por la crónica ambulante del 1780 hasta 2006. Una visión europea desde el siglo XIX que, no obstante, no pudo incluir la explosión de Facebook, que arrancaba precisamente en 2006. Sin redes sociales la cultura ya era «un estilo de vida» y, como tal, define identidades, proporciona prestigio, informa, entretiene, crea empleo y «nos ayuda a pasar el tiempo».
Para este discípulo de Hobsbawn, el ciudadano del siglo XXI puede disfrutar de lecturas, películas y museos. «Gran parte de estas personas son mayores de 60 años y vivirán más de 80 años, con lo que tienen por delante 20 años de consumo cultural», lo explica la importancia de un sector en auge. «Si todo el mundo se muriese a los 50 años, dejara el colegio a los 10 y trabajara seis días a la semana, consumiríamos menos cultura, como ocurría en 1820».
Este libro puede ser, a la vez, una historia de la literatura, una historia de la música, una historia del teatro y del cine, una historia de la prensa y de los medios de comunicación..., pero también es mucho más que eso: es el primer intento de estudiar en su globalidad la cultura de los europeos desde 1800 hasta nuestros días. Donald Sassoon ha realizado un verdadero tour de force para explicarnos cómo se han creado y distribuido los bienes culturales que se han consumido en Europa durante los últimos doscientos años: novelas, ensayos, libros de texto, manuales y guías; periódicos y revistas; composiciones musicales; teatro y ópera; cine, radio, televisión e internet. Esta historia de la cultura es, también, historia de la producción para el mercado, historia de la cultura como negocio y como actividad profesional e historia de la cultura americana como continuación de la europea y colonizadora de ésta. Una inmensa constelación de autores, editores y lectores, espectadores y prima donnas, audiencias y estrellas, donde brillan a la par Rossini y el hip hop, Falla y los Beatles, Zola y Tintín, Brecht y Dario Fo, Los miserables y Harry Potter, da fe del extraordinario patrimonio cultural de los europeos.
Sassoon es un investigador de la cultura europea, nació en El Cairo y se educó en París, Milán, Londres y Estados Unidos. La historia de la extraordinaria expansión experimentada por el consumo cultural de las sociedades europeas a lo largo de los últimos doscientos años, constituye el tema de este voluminoso y enciclopédico libro. De hecho, cuando el autor define su objetivo, afirma que éste es «la cultura como negocio», «como profesión», «como conjunto de relaciones», «como producción para el mercado».
El libro esta estructurado en cinco partes, siguiendo una secuencia temporal. Comienza en 1800, cuando la cultura deja atrás su fase preindustrial, y se cierra a principios del siglo XXI,cuando la cultura se adentra por el universo cibernético. Por tanto, el recorrido ofrece una amplia panorámica de las transformaciones generadas por los revolucionarios progresos tecnológicos acaecidos durante el periodo, transformaciones que han modificado sustancialmente los modos de comunicación y la difusión y accesibilidad de los bienes culturales.
En la segunda etapa , que abarca desde 1800 a 1880, se estudia la difusión del texto impreso (libros, periódicos, imágenes y partituras musicales) y de los espectáculos en directo. Es el periodo en que aparece un público estable aficionado a la lectura, se expande la industria de la impresión y la edición, se crea una red de bibliotecas y un mercado del libro; de otro lado, proliferan los conciertos y la ópera se difunde entre la burguesía, se crean más teatros y emergen nuevos públicos, se difunde la prensa diaria y periódica; en tercer lugar, la expansión de los sistemas educativos crea un mercado secundario de libros de texto, incrementa el número de profesores y sienta las bases de nuevas generaciones de lectores y escritores.
La tercera parte, abarca el periodo que va de 1880 a 1920, se centra en los procesos que comportaron la difusión de la cultura: aparecen mercados de masas para periódicos y revistas; se introducen nuevos géneros literarios como las tiras cómicas y la novela policíaca; se inventa el gramófono que transforma las prácticas musicales; pero sobre todo el cine, y con él la industria del entretenimiento, que marca el fin de la autosuficiencia de Europa por lo que se refiere a la producción cultural.
En la cuarta parte (1920-1960), se ocupa de bienes culturales, consumidos por los europeos, pero producidos esencialmente en EEUU (cine y música popular); aborda la incidencia de la creciente intervención del Estado en el control de los nuevos medios de comunicación (radio y televisión).
La quinta, y última parte (desde 1960 hasta 2006) hace una radiografía del el consumo y la producción cultural. La principal actividad de los europeos», debido a la extraordinaria expansión de la música popular, la introducción de la televisión, la supervivencia del teatro, o la renovación de los museos. (Antonio Ariño Villarroya)