El secretario de Estado para la UE, Diego López Garrido, ha presentado las prioridades de la presidencia española de la Unión en uno de los prestigiosos centros políticos de Bruselas, el European Policy Center. Allí ha dicho que el estreno en el cargo del presidente estable de la UE, Herman Van Rompuy, no es ningún problema y que España no intentará ocultarle, ni a él ni a la nueva Alta Representante de la Política Exterior y de Seguridad Común, Catherine Ashton.
López Garrido ha asegurado que una de las misiones importantes de España durante la presidencia de la UE va a ser precisamente desarrollar el Tratado de Lisboa y ahí es necesario dar fuerza y visibilidad a los nuevos cargos.
En su opinión, eso no resta importancia al papel de España pero está claro que el presidente estable y la Alta Representante dirigirán las reuniones sobre política exterior, incluso las que se celebren en nuestro país, porque siempre ha defendido que Europa tenga una sola voz, que es la que ellos van a representar. López Garrido advierte, sin embargo, de que «podría darse la paradoja de que tuviéramos los instrumentos para una verdadera política exterior, pero no las políticas».
Junto a la salida de la crisis, el desarrollo del Tratado y lo que López Garrido llama «complicidad con los ciudadanos», la política exterior es prioritaria para la presidencia española, especialmente la relación transatlántica con la nueva administración Obama. España tiene muchas expectativas ante la cumbre UE-EEUU porque se pretende llegar a una nueva generación de acuerdos con Washington.
De todo esto ha dado una visión muy distinta el eurodiputado Alejo Vidal Quadras, también en Bruselas y en otro centro de creación de opinión, el European Journalism Center. Según Vidal Quadras, la española va a ser una presidencia de transición que sólo podrá figurar en el cambio institucional de la UE. La existencia de Van Rompuy y de Ashton, en una presidencia que además tiene que coordinarse con Bélgica y Hungría, va a obligar a Zapatero a negociar y a limitar su capacidad de maniobra para sacar partido en lo que a España pueda interesar.
Según el eurodiputado popular, sin embargo, el papel de España debería ser relevante en el desarrollo del Tratado de Lisboa y, en ese sentido, «tomar la iniciativa para dar contenido a las funciones del nuevo presidente estable y la puesta en marcha del Servicio Exterior.»
En el mismo foro, la eurodiputada socialista, María Muñiz, ha dicho que España tiene un ambicioso programa para la presidencia y que el nuevo esquema institucional de la UE no debe restar protagonismo, porque «va en beneficio de la Unión Europea y no en detrimento de nadie». euroXpress