La diplomacia cubana podrá emplearse a fondo este año en promover sus concepciones sobre integración, coincidentes con las necesidades y propósitos de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), mecanismo de concertación que excluye a Estados Unidos, su principal oponente ideológico. Para La Habana, esa independencia de Washington es justamente la principal ventaja de la Celac, cuya presidencia temporal ejercerá hasta comienzos de 2014 el presidente de Cuba, Raúl Castro, junto a sus homólogos, Sebastián Piñera, (Chile) y Laura Chinchilla, (Costa Rica). Por resolución especial, a esa troika se unirá el mandatario de Haití, Michel Martelly, quien encabeza este año la Comunidad del Caribe (Caricom).
La Celac aglutina a una comunidad diversa, plural y tolerante, con diferentes signos políticos e ideológicos. Por tanto el gran desafío, planteado aún desde antes de la cita fundacional, es caminar mediante la concertación y el consenso con el objetivo principal de avanzar hacia la integración y el crecimiento, logrando que lo social sea parte del desarrollo económico.
Al asumir la presidencia, Raúl Castro, dijo, «asumimos el compromiso de trabajar por la paz, la justicia, el desarrollo, la cooperación, el entendimiento y la solidaridad entre los latinoamericanos y caribeños», no sin reconocer que el fomento de la unidad regional parte de reconocer la diversidad existente en el área
El bloque, que reúne a los 33 países de la región, finalizó este lunes su primera cumbre formal en Santiago de Chile. Su segunda edición deberá realizarse dentro de un año en Cuba, cuyas autoridades arroparon la creación del bloque desde que la idea comenzó a tomar forma en la Cumbre de América Latina y el Caribe sobre Integración y Desarrollo efectuada en 2008, en Brasil. A la cita brasileña de entonces, la primera de carácter regional que se llevó a cabo sin participación de Estados Unidos ni Canadá, siguió una segunda edición en febrero de 2010 en México, donde se decidió constituir la Celac, fundada oficialmente en el encuentro de finales de 2011 en Caracas.
La opción de Cuba por una integración independiente de Estados Unidos se hizo evidente en junio de 2009, cuando rechazó solicitar su reingreso a la Organización de los Estados Americanos después de que se derogara, por consenso, una resolución de 1962 que suspendió a esta nación caribeña de ese foro por su identificación con el marxismo- leninismo. Además, el gobierno de Castro reafirmó su activa participación en los mecanismos regionales representativos de la región, incluyendo el Caribe insular. Castro considera que «fortalecer, expandir y armonizar esos organismos y agrupaciones es el camino escogido por Cuba; no la peregrina ilusión de regresar a una organización que no admite reforma y que ya ha sido condenada por la historia».
Cuba pertenece desde su fundación a la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), integrada además por Venezuela, Antigua y Barbuda, Bolivia, Dominica, Ecuador, Honduras, Nicaragua, San Vicente y Granadinas, y mantiene además una estrecha y activa relación política y de colaboración con la Caricom. La cooperación con países del Sur es uno de los fuertes de la política exterior cubana, una estrategia en la cual América Latina y el Caribe están en condiciones de desarrollar proyectos importantes pese a los recursos limitados.
Poco antes de comenzar la Cumbre en Santiago, el ministro de asuntos exteriores cubano, Bruno Rodríguez explicó que «todos tenemos ventajas y posibilidades de aportar la experiencia» . En ese sentido, Rodríguez expuso a modo de ejemplo, la asistencia de su país a Haití, especialmente importante en materia de salud. Precisamente, Cuba impulsará la solidaridad como concepto rector de la cooperación entre los países en esa área, alejado de condicionamientos que no guardan relación con una «América Latina nueva», acotó el viceministro Abelardo Moreno.
Mientras el país fortalece su entorno regional, se observan pocas expectativas de mejora en las relaciones con Estados Unidos en el inicio del segundo mandato presidencial de Barack Obama. Varias personas que participaron en la sección interactiva Café 108 del sitio web de la Oficina de IPS en Cuba coincidieron en que las posibilidades de cambio son escasas.
A juicio del polítólogo Esteban Morales, la situación interna y externa de Estados Unidos es difícil y, entre los escenarios posibles respecto de Cuba, no cabe esperar transformaciones en la actual política hacia su vecino de gobierno socialista. Sin embargo, el analista no descarta la posibilidad de una vía indirecta, envuelta «en los cambios hacia América Latina y el Caribe». «Las mayores potencialidades se mueven hacia los dos últimos años, en dependencia de cómo le salgan las cosas a Obama ahora», agrega Morales.
Por su parte, el periodista Roberto Molina no espera cambio alguno «en la situación de no relaciones entre los dos vecinos, enemistados desde comienzos de los años 60». «Obama tiene demasiados temas de gobierno pendientes: emigración, reforma fiscal, una guerra y otros conflictos potenciales y una economía tambaleante», como para que Cuba sea una prioridad en su política externa», remata a su vez, el periodista cubano residente en Canadá Boris Caro.
En su último discurso del año recién concluido, Castro anunció que consagrará los mayores esfuerzos y energías a la presidencia de la Celac, pero no obvió reiterar «una vez más a las autoridades norteamericanas la disposición de Cuba al diálogo respetuoso, basado en la igualdad soberana, sobre todos los problemas bilaterales».