Berlín, (IPS)- Cada vez que el agua caliente que se utiliza en la cocina o en la ducha se va por el desagüe, se va con ella también una gran cantidad de energía. Aprovecharla cuesta poco y solo requiere mecanismos simples de intercambio y transmisión de calor. Algunos ya lo están haciendo.
Esa riqueza energética -que permite reducir el consumo de combustibles fósiles y las emisiones de gases que recalientan la atmósfera- fluye por las cloacas. Allí justamente la ha ido a buscar la municipalidad de la ciudad de Fürth, en el sudoriental estado alemán de Baviera.
Desde hace dos años, el gobierno de la ciudad utiliza el agua de las alcantarillas instaladas al lado del palacio municipal para calentar el edificio durante el invierno alemán. «En las tuberías de las alcantarillas de la vecindad circulan por lo menos 150 litros de agua por segundo, con una temperatura de entre 12 y 16 grados Celsius, suficiente para alimentar la calefacción del palacio municipal», nos dice la ingeniera a cargo de la administración de edificios en la ciudad bávara, Katrin Egyptiadis-Wendler.
«En el otoño de 2010, en el marco de la ley alemana de promoción de energía renovable, cambiamos el antiguo sistema de calefacción e instalamos uno nuevo, a gas y muy eficiente, y un mecanismo de intercambio y transmisión del calor extraído de la cloaca», explica Egyptiadis-Wendler.
Los requisitos indispensables para recuperar la energía de la cloaca son un volumen constante de agua fluyendo por las tuberías de por lo menos 15 litros por segundo y temperaturas no inferiores a 12 grados. «Es decir, el agua tiene que ser usada y no venir mezclada con agua de lluvia, que está muy fría para nuestros propósitos», agrega la técnica.
En Fürth, el ayuntamiento instaló una serie de intercambiadores de calor a lo largo de 70 metros de tuberías de alcantarillas. Esos dispositivos absorben el calor del agua usada y, mediante una bomba de calor, lo elevan hasta 50 grados para inyectarlo al sistema de calefacción del edificio municipal, construido hace más de 170 años.
«La única energía extra que necesitamos es la electricidad para hacer funcionar la bomba», aclara Egyptiadis-Werner. «Con este sistema proveemos el 70 por ciento de la calefacción que consume el edificio. Solo cuando el invierno es muy frío necesitamos usar el gas que instalamos en 2010».
Esta recuperación de energía implica que, cada año, se emiten 130 toneladas menos de dióxido de carbono (CO2, el principal gas de efecto invernadero) y 14 toneladas menos de partículas finas. Además, se ahorra un 65 por ciento del combustible que se empleaba antes de instalar el sistema, que llegaba a unos 85.000 metros cúbicos de gas por año.
De esta manera, la inversión total en el nuevo sistema de calefacción, de 550.000 euros, estará completamente amortizada antes de 2018.
Apenas unos 30 edificios alemanes, en particular grandes centros comerciales y hoteles, utilizan sistemas semejantes para recuperar la energía de las cloacas o del calor generado dentro de las mismas instalaciones.
Pero, de acuerdo con la Asociación Alemana del Agua, Aguas Residuales y Residuos (DWA), sería posible instalarlos en muchos lugares más, pues las condiciones necesarias para un buen funcionamiento son relativamente fáciles de satisfacer: la cercanía de la fuente de calor y un volumen constante del fluido caliente, para evitar pérdidas a causa de las distancias y disponer de una temperatura mínima regular.
El director gerente de la DWA, Johannes Lohaus indica que «es muy sencillo absorber el calor de las tuberías, ya sea de desagüe o de aireación. Sin embargo, es necesario evaluar si la ganancia de energía justifica las inversiones necesarias». El método se puede aplicar de manera inversa durante el verano. El calor del agua usada de las tuberías, o de los edificios mismos, puede transformarse en frío para alimentar el aire acondicionado.
Esto hace una tienda berlinesa de la cadena de muebles y decoración IKEA. El edificio, que ocupa una superficie de 43.000 metros cuadrados, aplica en invierno un sistema idéntico al de Fürth, absorbiendo calor de las aguas que circulan por las alcantarillas. Y en verano, el proceso inverso extrae calor del edificio y lo transforma en fluido frío para realimentar el sistema de aire acondicionado.
«Así no necesitamos un sistema de climatización convencional y reducimos nuestras emisiones de CO2 en 700 toneladas por año», asegura la portavoz de IKEA, Simone Setterberg. Este reciclaje de calor tiene sin embargo un aspecto negativo: el enfriamiento de las cloacas pone en peligro a las bacterias que constituyen un filtro natural de eliminación de impurezas de las aguas servidas. «La eficiencia de las bacterias es mayor si las aguas residuales están relativamente calientes», explica Lohaus, de la DWA.
«Si el agua se enfría mucho por el reciclaje del calor, las bacterias no sobreviven y es necesario airear las cloacas para obtener el mismo nivel de limpieza que se produce por vía bacteriana, lo que entraña una mayor inversión de energía».