Las llamas están controladas en la región de Atenas, pero más de mil bomberos y soldados siguen de guardia para evitar que se propaguen. No hay ningún frente activo, aunque todavía el riesgo es alto y se sigue trabajando en la extinción.
Desde el viernes pasado, los incendios han arrasado 21.000 hectáreas, han quemado 150 viviendas y se han acercado peligrosamente a la capital griega. La UE, a petición del gobierno, activó el mecanismo común de protección civil, de forma que aviones cisterna de seis países, entre ellos España, han acudido a reforzar a los bomberos griegos.
Tras cinco días de máxima alerta, hoy han empezado a llover las críticas al gobierno griego. Los afectados consideran que no valoró la gravedad del siniestro en un primer momento y le acusan de falta de prevención y coordinación. El portavoz del ejecutivo ha respondido a las críticas responsabilizando a los bomberos. Éstos aseguran que el gobierno no se tomó en serio los incendios y creen que debió haberse ordenado antes una mayor movilización.
En medio de la indignación general, las autoridades regionales se suman a las críticas y señalan que ha habido falta de coordinación en las labores de extinción.
Greenpeace confirma esas acusaciones y añade más elementos de fondo. Según la organización ecologista en Grecia, este verano hacían falta 3.000 bomberos más para trabajar en prevención de incendios, se han descuidado las zonas de basuras próximas a áreas urbanas y se han abandonado las zonas de cortafuegos.
Las llamas han arrasado una enorme zona de bosques de pino, olivares, arbustos y cultivos que tardará varias generaciones en recuperarse. euroXpress.