Los humedales (turberas, manglares, saladares, lagunas...) son uno de los ecosistemas más productivos del planeta ya que presta servicios ambientales como la fijación de carbono y la regulación de los ciclos del agua pero también aporta valores recreativos y culturales. Sin embargo, también es uno de los ecosistemas más delicados.
La extensión mundial de los humedales se ha reducido a la mitad durante el siglo XX a causa de la acción del hombre, la agricultura y la ganadería intensivas, el cambio del uso de las tierras y, por supuesto, el cambio climático. La investigación del CSIC apunta a que estos ecosistemas tardan más de 30 en recuperarse y si se trata de humedales de nueva creación tardarían otros 30 años en llegar a ser autosuficientes.
«Es imposible recuperar el 100% de las características de un humedal porque la naturaleza nunca pasa dos veces por el mismo estado, pero sí puede alcanzarse una reparación exitosa con características que, aunque no sean iguales que las iniciales, sí cumplan la misma función», ha explicado Francisco Comín, director de la investigación del CSIC.
Y en ese objetivo se ha centrado su equipo que tras más de dos años de investigación ha encontrado una fórmula que guíe la restauración y la creación de este tipo de ecosistemas, un algoritmo que incluye no sólo variables científicas y físicas, si no también la aprobación de las comunidades afectadas.
El sistema se ha comprobado sobre 300 hectáreas de humedales y 54 hectáreas de riberas de la cuenca del Flumen, en Aragón. El objetivo final del protocolo -que comenzó a probarse en 2011- era mejorar la calidad de las aguas mediante la reducción de la cantidad de nitratos y sólidos en suspensión en el caudal del río. Para ello, se seleccionaron varios puntos de observación que se utilizaron como medidores. Dos años después, su efectividad ha quedado probada y recogida en la revista Ecological Engineering.
El artículo confirma que «esos puntos seleccionados han reducido sus descargas de nitratos en un 25% y muestran síntomas positivos en procesos abióticos y de biodiversidad en sus poblaciones animales y vegetales».
La metodología desarrolla por el CSIC incluye cinco pasos que tienen en cuenta criterios científico‐técnicos, sociales y económicos y, según el estudio, «una de las causas de la poca eficiencia de otros proyectos es la falta de integración de estos tres aspectos antes de realizar las acciones de restauración».
Los tres primeros pasos del protocolo de actuación se basan en la selección adecuada de las zonas que requieren ser restauradas, las zonas óptimas para crear humedal según sus dimensiones y su localización, etc. Los científicos aseguran que los humedales más grandes se recuperan antes que los humedales pequeños y que los situados en climas cálidos también viven una recuperación más rápida que los que se encuentran en ambientes fríos. Por éso es necesario adaptar las estrategias y las técnicas de restauración para recuperar adecuadamente las funciones y servicios del humedal.
El paso número cuatro del protocolo del CSIC, una de las grandes novedades, consiste en obtener las opiniones y el beneplácito de los grupos de interés locales y regionales.
«Una vez que se han evaluado los tres primeros criterios, correspondientes a factores científico-técnicos, el protocolo contrasta la información obtenida con las preferencias y opiniones de la población local», explica Francisco Comín, director de la investigación y miembro del Instituto Pirenaico de Ecología del CSIC.
El quinto y último paso se refiere a la viabilidad económica del proyecto, del área, lo que para los investigadores también supone «un elemento innovador con respecto a otros protocolos similares».
Según Ecological Enginnering «aunque el protocolo ha sido puesto a punto con el objetivo de mejorar la calidad del agua, también será aplicable para cualquier otra meta de restauración, incluso si se persiguen varios objetivos de manera simultánea como ocurre en los proyectos de recuperación de ecosistemas completos».
La Directiva Marco de Agua (DMA) establecida por la UE y asumida por España, obliga a que todas las masas de agua del territorio se encuentren en buen estado de conservación para 2015.