El presidente de Ecuador, Rafael Correa, ha obtenido su tercer mandato con la promesa de radicalizar su proyecto de revolución ciudadana y volverlo «irreversible» para alcanzar sus principales objetivos: eliminar la pobreza, cambiar la matriz productiva y consolidar «un mandato popular». Los primeros datos oficiales del http://www.cne.gob.ec/noticia1.html Consejo Nacional Electoral han dado al centroizquierdista Correa el 56,7 por ciento de los votos en las elecciones nacionales de este domingo, frente al 23,3 por ciento alcanzado por su principal opositor, el derechista Guillermo Lasso. De este modo, se ha impuesto en la primera vuelta y avanza hacia su tercer período consecutivo desde 2007.
Si bien Correa sostiene que en los próximos años la transformación social continuará siendo un pilar de su gestión, ha advertido que la prioridad será el cambio de la matriz productiva y la generación de empleo. Esa estrategia parece consolidarse con la elección de Jorge Glas como vicepresidente, con una formación más técnica que política y la misión de impulsar cambios mediante proyectos de hidrocarburos, energía, agua, electricidad y tecnologías de la información y las telecomunicaciones.
Esa transformación, que tiene como antecedente la restricción a las importaciones de bienes de consumo y la subida de impuestos a los artículos suntuarios, exigirá una generación de valor añadido a productos nacionales, fortaleciendo formas de economía popular y solidaria, sin anular la participación del capital privado.
El petróleo, principal fuente de divisas que alcanzó en 2012 el récord de 98 dólares por barril de 159 litros, seguirá siendo un pilar de financiación para las inversiones en programas sociales, que el año pasado representaron el15,3 por ciento del producto interior bruto (PIB) y en 2013 se prevé que incrementar al 16,6 por ciento. Según la Secretaría Nacional de Planificación y Desarrollo, la inversión pública se sextuplicó en los últimos seis años y en 2012 llegó a los 6.287 millones de dólares.
En su primera intervención ante la prensa como presidente reelecto, el líder de la gobernante Alianza País (AP) dijo que lo fundamental en los próximos cuatro años será «convertir en irreversible el cambio en las relaciones de poder en función del ser humano y de las grandes mayorías», con la aplicación de «buenas políticas económicas, priorizando la deuda social, pero también con eficiencia».
El mandatario enfatizó en que «el desafío es ir más rápido, pero en la misma dirección» y que el pueblo ha confirmado en las urnas su deseo de «enterrar definitivamente a la partidocracia que tanto daño nos ha hecho». Correa da por sentado que el resultado de los comicios le permitirá contar con una amplia mayoría en el Poder Legislativo, donde se deberán aprobar normativas fundamentales que han quedado rezagadas, como los proyectos de ley de comunicación, de aguas, de tierras y la reforma del Código Penal.
El domingo también se eligieron 137 miembros de la Asamblea Nacional legislativa y cinco representantes al Parlamento Andino. El legislador Virgilio Hernández, candidato a la reelección por la AP, nos comentó que uno de los retos es «preparar un Ecuador pospetróleo, que vaya más allá de los productos primarios», además de «hacer cambios significativos para alcanzar la soberanía energética, continuar la red vial y hacer grandes obras de infraestructura». También mencionó la necesidad de avanzar hacia «una verdadera y profunda revolución agraria» y crear políticas públicas en el orden crediticio y tecnológico que garanticen la soberanía y seguridad alimentarias.
Hernández considera que hay avances significativos, si bien la seguridad social, la salud y la educación son tareas permanentes. Hay que trabajar, dijo, por «la universalización de los derechos y de la seguridad social» y generar una mayor redistribución de la riqueza, con «mejores niveles de equidad y justicia social».
Con todo, una de las claves para determinar si el gobierno de Correa mantendrá su popularidad será la economía, explica el analista político y económico Hernán Ramos, para quien la estabilidad del mandatario se ha visto favorecida por un crecimiento sostenido del PIB, reforzado por los buenos precios del petróleo, la creciente recaudación tributaria y un alto nivel de consumo interno. «El proyecto (del gobierno) se vería afectado si no hay estabilidad económica» por cualquier motivo, incluso por alguna crisis internacional, advirtió Ramos.
Ya en el aspecto político, el analista observó que una clara consecuencia de las sucesivas victorias de Correa es la sepultura de una dirigencia política que fue «responsable histórica de las crisis que han arrastrado al país», pues con este nuevo triunfo «la oposición queda desarticulada».
A diferencia de 2007, cuando asumió su primer mandato, Correa cuenta con varias ventajas. La primera es la madurez política desarrollada en seis años de mandato; la segunda, una fuerte estructura de su movimiento político, y la tercera, un blindaje mediático propio, explica Ramos.
El mandatario había asegurado que esta sería su última postulación porque «es lo más sano». Sin embargo, aún no existen en el oficialismo figuras que puedan reemplazarlo, una de sus debilidades políticas que tendría solución si «AP logra formar nuevos cuadros para al menos consolidar su liderazgo político en el país», puntualiza Ramos.
Entre elecciones y referendos, la del domingo fue la novena victoria en las urnas de Correa, que ejerce un indiscutible liderazgo tras seis años en los que, según sus palabras, «refundó la Patria» con una nueva Constitución (aprobada en 2008) que marcó la era del Buen Vivir, y colocó al Estado como principal actor económico y político. Su mandato se extenderá hasta 2017, cuando habrá cumplido una década en el poder.