Copenhague, día 8: el caos

La semana cumbre de la Conferencia del Clima de Copenhague ha estado a punto de terminar como el rosario de la aurora antes de comenzar.Los países africanos se han levantado de la mesa de negociación acusando a los ricos de intentar hundir el protocolo de Kioto, único documento en el que se prevé la reducción de los gases de efecto invernadero.

Mientras, a las puertas del Bella Center, a dos grados bajo cero, miles de personas han esperado desde las 6.30 de la mañana para recoger sus acreditaciones. Más de ocho horas a la intemperie les ha costado a unos pocos entrar, la mayoría ha esperado en vano. El colapso era total fuera y dentro del recinto de la conferencia.

manifestantes a favor de África
Foto:PS

Los negociadores africanos decidieron abandonar las conversaciones porque consideran que los países ricos no quieren reducir de manera efectiva sus emisiones de CO².
Los africanos, respaldados por los 130 países en desarrollo que integran el G77, acusaron a los industrializados de querer «matar» Kioto. Sólo volvieron a la mesa de negociaciones cuando les prometieron priorizar las conversaciones sobre el futuro del Protocolo.

Yvo de Boer, responsable para el Cambio Climático de la ONU, aseguraba «no ser consciente de que ningún país quisiera bloquear nada.»

Los países en desarrollo quieren que se amplíe el actual Protocolo de Kioto, que obliga a los más ricos a reducir sus emisiones, excepto a EE UU, y formular un nuevo pacto para los países en desarrollo.
Mientras que los más industrializados quieren formular un nuevo acuerdo individual con obligaciones para todos los países. Uno de los puntos cruciales es que las economías emergentes, como India y China, se comprometan a reducir sus emisiones.

Pocos avances después de una semana de conversaciones fallidas, documentos que se filtran y desmentidos continuos

El caos también reinaba fuera donde miles de personas esperaban para recoger su acreditación desde las 6.30 de la mañana. En vano. El recinto tiene capacidad para 20.000 personas y había que esperar a que saliera una de ellas para entrar otra. Se terminó el café que repartía gratis una compañía de aerogeneradores y se terminó la paciencia aunque probablemente se han propiciado amistades duraderas.