Finaliza la primera semana de conversaciones en Copenhague con dos esbozos de acuerdo , Estados Unidos no quiere ni oír hablar de Kioto, nunca lo ratificó y ya ha dicho que no lo hará.
De forma que la Cumbre, si no hay un golpe de efecto, está condenada a dividirse en dos partes: por un lado los que creen que el Protocolo de Kioto podría prorrogarse otros siete años después de 2012 y el otro en el que se fija en un 25% la reducción de emisiones de los países ricos para 2020.
Ninguno de los dos aclara mucho por el momento, uno de ellos fija el límite de temperatura al que se podría llegar en 2º y el otro en 1,5º en relación a la era preindustrial. Los 2º ya fueron acordado por el G8 en julio de este año. Ese medio grado de diferencia, dicen los científicos, implicaría medidas muy costosas que se están reflejando en la mesa de negociaciones en fuertes discusiones.
Ninguno de los dos borradores aclara la forma legal que podría adoptar el acuerdo ni da mayores detalles sobre el otro punto espinoso, las ayudas a los países en desarrollo para frenar el crecimiento de sus emisiones y adaptarse al impacto del cambio climático.
El representante de la UE consideró el documento como punto de partida, por su parte a Yvo de Boer, presidente del UNCFFR de la ONU, le pareció que marcaba un cambio de dirección en las negociaciones.
En cuanto a las ayudas la UE ha conseguido comprometer unos 10.000 millones de dólares por un periodo de tres años. Este fondo está destinado a dar una respuesta rápida a los problemas más acuciantes a los que se enfrentan los países pobres, el aumento del nivel del mar, la deforestación, el incremento de las catástrofes naturales y se considera crucial para que las conversaciones avancen en Copenhague.
El dinero es un muro contra el que chocan las negociaciones, nadie olvida que en el Protocolo de Kioto también figuraba un fondo para ayudas y al que ninguno de los países que se comprometieron a dado ni un céntimo todavía.