El Muro de protección antifascista como se le llamó en la Alemania comunista o Muro de la vergüenza, como fue denominado en el mundo occidental, dividió en dos una ciudad Berlín, un país Alemania, un continente Europa y hasta el mundo. Fue el símbolo palpable de la Guerra Fría. Se construyó en la noche del 12 al 13 de agosto de 1961, pero en realidad comenzó a erigirse años antes.
Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, Berlín, fue dividida entre los aliados occidentales -Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña- y la Unión Soviética. La ciudad estaba en el territorio ocupado por los soviéticos y de hecho se convirtió en la capital de la República Democrática Alemana (RDA).
La diferencia de nivel de vida y de forma de entender el mundo entre las dos partes de la ciudad eran enormes. Muchos alemanes del este aprovecharon la vía abierta en Berlín para huir a la Alemania Occidental en busca de mayores oportunidades laborales y mayor libertad política. Bastaba tomar el metro o el tren para ir a trabajar a Berlín occidental, cosa que hacían muchos berlineses cada día. Era una puerta de acceso no sólo para los alemanes sino también para checos y polacos.
Entre 1949 y 1961 huyeron de la RDA más de dos millones y medio de alemanes, se calcula que más de la mitad lo hizo por Berlín.
La noche del sábado al domingo 13 de agosto de 1961 unos 14.500 efectivos de las fuerzas armadas bloquean las calles e interrumpen el tráfico ferroviario que va hacia Berlín Occidental. Esa noche se coloca alambre de púas y vallas provisionales que en los días siguientes se sustituyen por otros de cemento de 4 metros de alto. Las puertas y ventanas de los edificios se ciegan y se integran en el muro. Berlín quedó dividida en dos. En total un muro de 166 kilómetros de largo, de los cuales 45 estaban en la capital.
Aunque hacía tiempo que se rumoreaba la posible construcción de una valla de separación, la rapidez con la que se hizo sorprendió a los aliados. El responsable de la planificación y realización fue Erich Honecker, ex secretario del Comité Central.
El 22 de agosto la RDA determina siete pasos fronterizos por carretera y uno por tren que podían utilizar los ciudadanos de Berlín occidental, los de la República federal Alemana y extranjeros de nacionalidad alemana. Los habitantes de Berlín oriental y la RDA no podían cruzar la frontera.
Algunos de estos pasos se hicieron famosos como el llamado Checkpoint Charlie, en la Friedrichstrasse. Era, el usado por los extranjeros de nacionalidad alemana, los miembros de las Fuerzas Armadas de los aliados y los diplomáticos.
Otros fueron conocidos por circunstancias dramáticas, como el de Invalidenstrasse, cercano a la actual estación central del ferrocarril. En 1963 doce jóvenes, chicos y chicas, intentaron fugarse en un autobús. La policía disparó y el vehículo quedó clavado en el muro. Los fugitivos, muchos de ellos heridos, fueron detenidos.
No se conoce la cifra exacta, la RDA nunca lo dijo. Se sabe que unas 192 personas murieron por disparos y al menos 200 resultaron heridas al intentar saltar el muro. Se calcula en unas 5.000 las fugas.
Otra noche, 28 años después de su construcción, la del 9 al 10 de noviembre de 1989 cayó el muro. Ese año pasaron cosas notables. Rusia se retira de Afganistán, con las orejas gachas. Hungría abre su telón de acero y Polonia, con el sindicato Solidaridad se encamina hacia la democracia.
Son puertas que se abren a los alemanes de la RDA, los que se quedan han perdido parte del miedo y comienzan a manifestarse contra el gobierno.
La noche del 9 de noviembre sucede algo sorprendente. Un alto cargo del partido comunista de la RDA da una conferencia de prensa que se retransmite por televisión en hora de máxima audiencia. Lee una declaración en la que dice que los viajes privados al extranjero que tengan justificante quedan autorizados. Un periodista italiano pregunta ¿desde cuando? Y Günter Schabowski, con cara de asombro responde, desde ya.
Parece que el comunicado era algo que debía discutirse en consejo de ministros, pero aquella noche lo escucharon miles de berlineses que no lo dudaron. Se dirigieron a los puestos fronterizos situados a lo largo del muro. El de Bornholmer Strase se abrió a las 23:00 horas. Otros le siguieron .
Los berlineses del otro lado los recibieron con los brazos abiertos y las cervecerías cercanas comenzaron a dar la bebida gratis. Pero la verdadera fiesta fue al día siguiente, el 10 de noviembre. Mstislav Rostropóvich, que hacía tiempo que se había exiliado de la Unión Soviética, cogió una silla y su violoncello y se fue al pie del muro a obsequiar con su música a los que venían. Los coches embotellaron las carreteras con dirección al Oeste y una verdadera marea humana se agolpó al pie y encima del muro.
No fue solo el muro de Berlín el que cayó. El telón de acero se vino abajo y con él el imperio soviético. euroXpress
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