BONN, Alemania,(IPS) - El Norte industrializado tiene el deber ético de asumir la mayor carga en la lucha contra el calentamiento global, dicen los científicos que asisten a la reunión de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC).
El encuentro se lleva a cabo desde el 15 hasta el 25 de este mes con la presencia de cientos de activistas y delegados gubernamentales de todo el mundo. La CMNUCC, encargada de cumplir las obligaciones del Protocolo de Kioto, organiza numerosos talleres en Bonn. La Convención tiene la misión de preparar los debates necesarios para alcanzar un nuevo tratado internacional que deberá entrar en vigor en 2013.
Hasta ahora, a pesar de la fuerte presión y de los numerosos intentos por alcanzar un acuerdo post-Kioto, no hay consenso global sobre cómo seguir reduciendo las emisiones de gases invernadero, causantes del calentamiento planetario.
Durante las negociaciones que llevaron a la formulación del Protocolo de Kioto en 1997, los principales países del Norte industrializado (incluyendo a Estados Unidos, que a la postre rechazó el acuerdo) aceptaron reducir sus emisiones un 5,2 por ciento de media para el periodo 2008-2012, con respecto a sus niveles de 1990.
Las discusiones organizadas por la CMNUCC por lo general son poco eficaces debido a los largos procesos burocráticos. Los debates se extienden y las sesiones son por lo general muy complicadas. En Bonn, por ejemplo, se reúnen a diario el organismo subsidiario para implementación, el de asesoramiento científico y tecnológico, los grupos de trabajo ad hoc sobre acción cooperativa a largo plazo y sobre futuros compromisos de los países industrializados.
Cada uno de estos comités representa años de investigación sobre el cambio climático. Un taller sobre acceso al desarrollo sostenible, que se realizó el 16 de este mes en Bonn, reflejó una parte de esa sabiduría acumulada.
Durante el taller, varios científicos explicaron la evidencia empírica del cambio climático y alertaron sobre las consecuencias éticas: para los expertos, la carga de la mitigación del calentamiento planetario y del desarrollo sostenible se debe distribuir de forma equitativa entre las naciones.
Uno de los panelistas, Martin Khor, director ejecutivo del Centro del Sur, con sede en Ginebra, subrayó que, en la lucha por un acuerdo internacional, «tres aspectos deben estar en la base simultáneamente: el imperativo ambiental, el imperativo de desarrollo y el imperativo de equidad».
Khor insistió en que el establecimiento de una meta global para reducir las emisiones debe tomar en consideración la responsabilidad específica y diferenciada de los países del Norte industrializado, los mayores contribuyentes al fenómeno, y de las naciones del Sur en desarrollo, las más afectadas.
El experto indicó que la Convención reconoce «el principio de equidad, según el cual los países industrializados deben liderar la reducción de emisiones, mientras que los países del Sur tienen imperativos de desarrollo, y por tanto su capacidad de realizar acciones sobre el clima depende del grado de apoyo que reciban» de las naciones ricas.
En otras palabras, «los países del Anexo I (del Protocolo de Kioto, es decir, los industrializados) tendrán que cubrir los costes adicionales que se acuerden por la implementación de políticas en las naciones en desarrollo», dijo claramente.
Khor recordó que, desde el comienzo del periodo de la industrialización y hasta 2009 en Europa occidental, América del Norte, Australia y Japón, se liberaron unas 1.280 gigatoneladas de dióxido de carbono, desatando el actual proceso de calentamiento del planeta.
Los científicos calculan que, para lograr una probabilidad del 67 por ciento de que las temperaturas globales no aumenten más de dos grados -lo que tendría consecuencias catastróficas-, las emisiones entre 2010 y 2050 se deben mantener por debajo de las 750 gigatoneladas. Si se quiere incrementar esta probabilidad al 75 por ciento, el presupuesto de carbono para el mismo periodo debería ser de 600 gigatoneladas.
Khor dice que las estimaciones existentes para una «distribución justa» de las emisiones permitidas entre los países del Norte y del Sur tienen en cuenta el tamaño de las poblaciones en relación con las liberaciones de gases invernadero realizadas entre 1850 y 2008. «Las emisiones globales acumuladas totalizaron unas 1.214 gigatoneladas entre 1850 y 2008». Los países del Anexo I son responsables de 878 gigatoneladas, esto es, del 72 por ciento.
Considerando que los países industrializados tuvieron apenas un 25 por ciento de la población mundial en ese periodo, el Norte «se excedió» en 568 gigatoneladas. «Los países industrializados aún están acumulando una deuda, pues sus emisiones como grupo en 2009 también excedieron de su parte correspondiente», dice Khor.
Sivan Kartha, científico del Instituto de Medio Ambiente de Estocolmo, subraya tres componentes para un acceso equitativo al desarrollo sostenible. «En primer lugar, el pico de emisiones globales (y su consecuente tasa de disminución) debe ser consistente con la meta de mantener el calentamiento planetario por debajo del nivel máximo acordado».
En segundo lugar, «cada país debe tener una parte justa del presupuesto de gases invernadero remanente, pues esto determinará cuán pronto las liberaciones nacionales llegarán a su pico máximo y deberán empezar a caer».
Y finalmente, «cada país debe también tener medios financieros y tecnológicos adecuados para mantenerse dentro del presupuesto de gases invernadero, sin comprometer la erradicación de la pobreza y las necesidades de desarrollo».
Para ilustrar la desigualdad global, Kartha recuerda que mientras los países del Norte poseen ingresos por habitante de entre 30.000 y 42.000 dólares anuales, solo las economías emergentes del Sur podrían llegar a tener ingresos por habitante de 15.000 dólares en 2050.