La cumbre entre la UE y seis repúblicas exsoviéticas ha tenido un tropiezo antes de iniciarse, la decisión de Ucrania, el mayor de estos países, la semana pasada de firmar un acuerdo comercial con Rusia y hacer a un lado el acuerdo con la UE que ha hecho que la estrategia europea de años hacia el Este se encuentre en la cuerda floja.
Dos proyectos geopolíticos de integración pugnan por ampliar su espacio: La Unión Europea y la Unión Euroasiática que ha iniciado Rusia.
En Vilna se van a encontrar el presidente Ucraniano, Viktor Yanukovich, el presidente del Consejo europeo, Herman Van Rompuy, el de la Comisión Europea, Durao Barroso, el del Parlamento Europeo Martin Schulz, los líderes de los veintiocho Estados miembros de la UE y los de Armenia, Azerbaijan. Bielorrusia, Georgia y Moldavia.
Se especula con la posibilidad de que la canciller alemana, Angela Merkel tenga una conversación a puerta cerrada con Yanukovich.
Merkel ha enviado este miércoles un recado al presidente ruso, Vladimir Putin, diciendo que «la guerra fría ha terminado» y que «hay que superar esa mentalidad». Por su parte la anfitriona de la cumbre la presidenta lituana, Dalia Grybauskaité, ha llamado a las «sociedades civiles a tener una voz potente cuando los Gobierno actúan de forma irresponsable», en un discurso en un foro ciudadano en Vilna antes de la apertura de la cumbre, el acontecimiento más importante de la presidencia lituana de la UE.
Rusia y la UE han sido criticadas por la forma en la que han actuado en las negociaciones con Ucrania. Según el presidente polaco, Bronislaw Komorowski, «Bruselas ha cometido un error de juicio» al hacer presión sobre el 'caso Timochenko', la opositora ucraniana encarcelada en la actualidad y Rusia por su parte ha ejercido una política de «presión y chantaje».
A pesar del rechazo ucraniano la UE insiste en que todas las puertas están abiertas para el país, lo ha repetido este jueves el comisario europeo de Ampliación, Stefan Füle, «Seguimos con la intención de subir un escalón en nuestra relación con Ucrania», ha dicho.
Según Yanukovich, el principal obstáculo para firmar con la UE ha sido el coste que representa ajustar la economía de su país a los estándares europeos, unos 15.000 millones de euros. Füle responde que «la economía ucraniana necesita enormes inversiones, pero estos no son costes. Representan ingresos futuros, más crecimiento, más trabajo y más riqueza».
La Unión Europea y Ucrania tienen vínculos de vecindad que continúan activos, ambos acaban de firmar en Vilna un acuerdo de servicios aéreos que tiene como objetivo abrir los mercados de aviación respectivos de forma gradual.
Ucrania tendrá que alinear su legislación con las normas de aviación de la UE y cumplir los requisitos europeos de seguridad de la aviación, gestión del tráfico aéreo, seguridad, medioambiente, regulación económica, competencia o la protección del consumidor.
A partir del verano de 2015, todas las compañías aéreas de la UE podrán operar vuelos directos a Ucrania desde cualquier lugar de la UE y viceversa.