A pesar de que numerosos investigadores trabajan para arrojar luz sobre los primeros habitantes de Europa, son muchas las incógnitas. No está clara ni su identidad ni el momento exacto en el que llegaron; tampoco las razones que les llevaron a expandirse más allá de África ni las rutas que siguieron. Quizá la respuesta a buena parte de estas cuestiones se encuentre pronto en yacimientos españoles, y es que en los últimos años lugares como Orce o Atapuerca han ido cobrando protagonismo a la hora de construir nuevas teorías que nos acercan más a estos primeros europeos. ¿Qué sabemos a día de hoy sobre ellos?
¿Quiénes eran?
No hay unanimidad a la hora de asignar a una especie concreta la salida de África. Tradicionalmente se ha venido señalando al Homo ergaster como el precursor de la expansión más allá del continente africano. Sin embargo, en la actualidad cobra fuerza la teoría de que el artífice de este viaje fue el Homo habilis, el primer representante del género Homo, que se caracterizó por un importante salto en la capacidad cerebral respecto a los Australopithecus.
Ya fuera una u otra especie, los restos humanos más antiguos descubiertos fuera de África se han hallado en la localidad georgiana de Dmanisi, en el límite entre Europa y Asia. Estos fósiles muestran a unos homínidos con una estatura cercana a los 1,5 metros, entre 40 y 50 kilos de peso, una capacidad craneal de alrededor de 600 centímetros cúbicos y una dieta omnívora.
Si nos centramos en los hallazgos localizados en Europa Occidental, son los restos del Niño de Orce (Granada) y la mandíbula de la Sima del Elefante (Atapuerca, Burgos) los que documentan el primer poblamiento europeo. A pesar del exhaustivo análisis al que han sido sometidos, a día de hoy no han podido ser asociados a ninguna especie conocida.
¿Por qué salieron de África?
Hay investigadores que apuntan a cuestiones ecológicas para explicarlo. Hace algo más de dos millones de años una serie de cambios climáticos provocaron una importante aridificación en África Oriental. La fauna de esta región se vio obligada a buscar nuevos hábitats y la cuenca del Mediterráneo ofrecía recursos abundantes y un tipo de ecosistema similar al que estaban acostumbrados. Según esta teoría, los homínidos habrían seguido al resto de fauna africana en sus migraciones.
Algunas hipótesis concretan aún más y remarcan la estrecha relación entre los homínidos y el Meganthereon, un tipo de felino similar al leopardo actual pero más robusto y con unos colmillos muy desarrollados. Plantean que probablemente los primeros representantes del género Homo no habían desarrollado aún técnicas de caza y dependían del carroñeo de los restos dejados por carnívoros como éste, con lo que la migración del Meganthereon obligó a nuestros antepasados a seguirlos.
Otras teorías defienden que la salida de África está relacionada con cuestiones de tipo técnico, en concreto con la evolución de las herramientas utilizadas. La aparición de útiles más avanzados pudo llevar a que los grupos que los desarrollaron dominasen los entornos más ricos, mientras que aquellos homínidos que mantuvieron las herramientas más arcaicas se viesen obligados a emigrar para buscar nuevos recursos.
¿Cuándo llegaron a Europa?
Son aún muy escasos los restos descubiertos como para fijar fechas precisas, pero se trabaja con la hipótesis de que la salida de África se produjo hace unos dos millones de años.
Hace 1,8 millones de años está documentada la presencia de homínidos en los territorios entre Europa y Asia. Sin embargo, para encontrar los primeros fósiles en territorio plenamente europeo habrá que esperar varios cientos de miles de años. En concreto, los restos localizados en los yacimientos de Barranco León, en Orce, y en la Sima del Elefante, en Atapuerca, con una cronología de 1,4 y 1,2 millones de años respectivamente.
¿Qué rutas siguieron para llegar a Europa?
La ruta más aceptada por la comunidad científica pasaría por una salida de África a través de Oriente Próximo y una expansión por Europa desde los territorios del este. El descubrimiento de los fósiles de Dmanisi ha venido a reforzar esta teoría.
Otras dos hipótesis apuntarían a la entrada de los primeros europeos a través del Estrecho de Gibraltar y del Canal de Sicilia, aprovechando una bajada importante del nivel del mar. Incluso en el mejor de los casos, nuestros antepasados se habrían encontrado con amplios brazos de mar que tuvieron que atravesar, si efectivamente ese fue el modo en que llegaron a Europa.
Los investigadores sostienen que ninguna de las tres rutas es excluyente, por lo que probablemente el grueso de esos primeros europeos llegaría a través del Corredor de Palestina, y otros grupos, en menor medida, pudieron utilizar los otros dos caminos alternativos.
¿Dónde están sus restos?
A día de hoy, Dmanisi, Orce y Atapuerca son los lugares en los que se han descubierto los restos fósiles de los primeros europeos conocidos.
En la frontera entre Europa y Asia encontramos las evidencias que marcan el comienzo de la presencia humana fuera de África. Hace 1,8 millones de años un grupo de cinco homínidos -probablemente una familia- se refugiaba en una cueva ante una erupción volcánica. Las cenizas arrojadas por el volcán los asfixió y cubrió sus cuerpos. Desde los años noventa un equipo de científicos recupera sus restos en una cueva cercana a la localidad georgiana de Dmanisi.
El análisis de los fósiles localizados en este yacimiento permitió definir una especie desconocida hasta ese momento: el Homo georgicus. Sin embargo, a día de hoy los investigadores plantean que estamos ante un grupo de Homo ergaster.
En el yacimiento de Barranco León, situado en el municipio granadino de Orce, se localizó en 2002 un molar de un homínido infantil que vivió hace 1,4 millones de años junto a un gran lago que cubría la zona. Conocido como el Niño de Orce, los investigadores no han logrado determinar la especie a la que pertenecen estos restos.
En 2008 aparecía en la Sima del Elefante, uno de los yacimientos que conforman el complejo de Atapuerca, parte de una mandíbula con una antigüedad de 1,2 millones de años. Las características de los restos, una mezcla de elementos primitivos relacionados con el Homo ergaster africano y otros más evolucionados propios del Homo erectus asiático, hacen que no se puedan clasificar dentro de ninguna especie conocida.
Pero las excavaciones en Atapuerca guardan aún más secretos por descubrir para los investigadores ya que, según los datos aportados en las últimas campañas de excavación, podría haber restos con una antigüedad cercana a los dos millones de años, tal y como apuntaba recientemente Eudald Carbonell, codirector de los trabajos en la sierra burgalesa.
De este modo, se abre un futuro realmente apasionante ante la posibilidad de seguir retrasando la llegada de los primeros pobladores de Europa, a la vez que se amplía el mapa evolutivo con nuevas especies aún desconocidas.