No obstante, parece difícil definir qué motivos hay detrás de estas políticas. Los analistas que estudian la actividad china en Asia central difieren sobre cuál es el mayor interés de Beijing en la región. Unos sostienen que sus esfuerzos para pacificar Xinjiang tienen el objetivo de convertirla en una plataforma segura desde la que expandirse económicamente. Otros afirman lo opuesto, que Beijing en realidad procura crear lazos para atraer a Xinjiang al resto de China y así fortalecer el interior del país.
Los proyectos chinos más notables en Asia central han sido gasoductos, especialmente uno que conecta al país con la cercana Turkmenistán. China también trabaja para mejorar las redes de transporte en la región, construyendo nuevas carreteras y túneles, por ejemplo en Tayikistán. Además, da préstamos a bajo interés a países de Asia central en el marco de la última crisis financiera internacional, mientras que fortalece los lazos educativos y culturales.
No obstante, la meta de Beijing con estos proyectos sigue siendo opaca. Hasta ahora, Asia central era una prioridad baja para el gobierno chino, y su política a la región era pragmática, basada en acuerdos entre compañías u órganos de gobierno, «no existe una gran estrategia para Asia central por parte de Beijing» indica Alexandros Petersen, analista del Centro Woodrow Wilson. «Lo que existe es una confluencia de todas las actividades de diferentes intereses. Esto hace que China se convierta en el actor más consecuente de la región».
En cierta medida, los vínculos de China con Asia central se asemejan a los que construye con África y América Latina, con un fuerte énfasis en la extracción de recursos. La política de Beijing con Asia central «puede ser el reflejo de una estrategia más amplia de China hacia el mundo exterior, que implica la obtención de recursos naturales y mucho comercio», dice por su parte Sean Roberts, profesor de la Universidad de Washington. Y Asia central es perfecta para ese objetivo, afirma, considerando que es rica en recursos y representa el primer paso en la ruta que construye China para comerciar con Occidente.
Pero otros analistas sostienen que el interés en la extracción de recursos es secundario, y que a Beijing en realidad le mueve la necesidad de pacificar Xinjiang. «La estabilidad del Turquestán Oriental (Xinjiang) es lo más importante, tanto para atraer inversiones extranjeras directas a la región como para proveer un terreno seguro para el comercio y las interacciones económicas», dice Kilic Kanat, politólogo de la Universidad de Pennsylvania que añade «Por supuesto, la estabilidad de la región también contribuirá a la estrategia económica mundial de China, pero ellos entienden que primero deben poner la casa en orden».
Los esfuerzos para pacificar Xinjiang y disipar todo movimiento separatista tienen como objetivo promover el desarrollo económico, prosigue. Sin embargo, no ha funcionado como preveía Beijing debido a que las demandas de los uigures tienen que ver con derechos culturales y políticos, más que económicos. Además, en todo caso, el desarrollo económico solo ha hecho mayor la brecha de riqueza entre los uigures y los han, señala Kanat.
Kanat, Petersen y Roberts participaron en una charla el 13 de diciembre pasado sobre «China en Asia meridional, central y sudoriental», realizada en la Universidad de Washington, en la capital estadounidense.