«El colapso de Europa es irreversible», sostuvo el lunes 7 un artículo editorial publicado en el 21st Century Business Herald. En vez de admitir que Grecia estaba en bancarrota y nunca podría pagar sus deudas, Europa ha «arrojado sus principios por la ventana», decía el periódico.
Que «la estabilidad prevalezca sobre los principios» es apenas otra señal de la «degradación del espíritu europeo», señaló el artículo.
No hace mucho, era Bruselas la que daba cátedra a Beijing sobre su manejo económico, pero ahora los dirigentes chinos consideran su responsabilidad reprender a la Unión Europea (UE).
Incluso antes de que el fiasco de la cumbre del Grupo de los 20 (G-20) países ricos y emergentes exhibiera públicamente la incapacidad de la UE de cumplir con el plan de rescate de la eurozona que había diseñado con tanto esfuerzo, el primer ministro chino, Wen Jiabao, emitió algunas severas advertencias.
«La tarea más urgente es tomar medidas decisivas para impedir que la crisis de la deuda se propague más, y evitar turbulencias en el mercado financiero, una recesión y la fluctuación del euro», dijo Wen por teléfono al presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, hace dos semanas.
En claro contraste con la confianza que declara Beijing en que Europa puede superar sus problemas, las declaraciones de Wen sonaron aleccionadoras.
«Aparte de medidas urgentes para abordar estos problemas, la clave es realizar una sistemática y fundamental reforma fiscal y financiera», dijo Wen, según un informe publicado en el sitio web del Ministerio de Relaciones Exteriores de China.
Pero luego de la reunión del G-20 en Cannes, Beijing parece haber dejado de confiar en que Bruselas tiene lo que necesita para adoptar las reformas fundamentales necesarias.
La cumbre del G-20 fue diseñada para dar los toques finales al plan de rescate de la eurozona trazado por Bruselas y para convencer a economías emergentes como China de recurrir a sus reservas de divisas y aportar capital para el fondo de rescate de Europa.
Pero la reunión se vio convulsionada cuando el primer ministro griego Georgios Papandreou anunció que necesitaba un referendo nacional para aprobar el programa de rescate.
La cumbre concluyó el día 4 sin ningún resultado concreto. Aunque luego Papandreou retiró su idea del referendo y obtuvo un voto de confianza en el parlamento, el daño ya se había hecho. Las incertidumbres políticas determinaron que ni China ni ningún otro país acordaran unirse al rescate europeo.
Decir que los analistas chinos quedaron perplejos con lo que destiló la cumbre del G-20 en Cannes es poco.
«Si un país pequeño como Grecia, con una economía que representa apenas el tres por ciento de la de la UE, puede hacer descarrilar a toda la unión y secuestrar una cumbre de potencias mundiales, algo dice sobre la deficiente integración política y económica de la UE», dijo el analista de temas de actualidad Xia Wenhui.
Hubo comparaciones con la unificación del imperio chino bajo el primer emperador, Qin Shihuang (259 AC - 210 AC), destacando que unió políticamente a todos los estados en guerra antes de imponer una moneda común. Las comparaciones no favorecen a Europa.
Antes de la reunión de Cannes la mira estaba puesta en los pros y contras de que China compre más deuda de euros, y ahora la atención pasó a centrarse en la prevención de la crisis. Los analistas alertan de que, si se avecina un nuevo «tsunami financiero», China debería dedicarse a reforzar sus «diques» y prepararse para la arremetida de una nueva recesión.
El modelo de crecimiento económico basado en exportaciones que plantea Beijing depende de los mercados europeos, y la crisis de la eurozona ya se ha cobrado víctimas en las fábricas chinas que producen mercancías para exportar. La inminente recesión en Europa significará más dolor para los fabricantes chinos.
China posee alrededor de un cuarto de sus 3,2 billones de dólares de reservas en euros. Si la eurozona colapsa, pondrá en peligro la tajada que Beijing obtiene de su mayor socio comercial.
Pero la crisis griega también dio a Beijing algunas lecciones valiosas sobre cómo proceder con su propia reforma de la seguridad social.
«Tenemos que ser conscientes de que con el tamaño de nuestra población y la enorme cantidad de personas retiradas que habrá en el futuro, las pensiones tienen que ser adecuadas», dijo un funcionario gubernamental que habló a condición de no revelar su identidad.
«Si la economía de China se tambalea y no podemos pagar esos beneficios sociales, la crisis aquí será mucho mayor que la que vemos en Grecia», agregó.