Nicolás Maduro, vicepresidente ejecutivo y canciller de Venezuela, fue finalmente el elegido por Hugo Chávez para sucederlo en el liderazgo político. Para muchos esa designación intenta mantener unido a su partido y una opción por la «rama civil sobre los dirigentes de origen militar». Por primera vez el presidente venezolano, de 58 años y urgido de una cuarta cirugía en Cuba, designa un heredero político, 20 años después de aparecer en la vida venezolana como líder de un cruento alzamiento militar, tras 14 años en el gobierno y al cabo de año y medio de luchar contra el cáncer en un lugar todavía no revelado de su abdomen.
El analista José Vicente Carrasquero, profesor de posgrado en ciencias políticas de la caraqueña Universidad Simón Bolívar, opina que «es una designación adecuada». «Maduro interpreta bien a Chávez, ha acumulado gran experiencia, fue presidente de la unicameral Asamblea Nacional legislativa, minisro de exteriores durante seis años y ahora vicepresidente». «Chávez opta por dejar en el cargo a un civil, apartándose de la percepción de que este es un gobierno militarista, lo cual se habría replanteado si dejaba como reemplazo a un colaborador de filas de la Fuerza Armada», agrega.
Como explicó otro profesor de ciencias políticas, Gabriel Reyes, en el entorno de Chávez y en la cúpula de su Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) conviven varios grupos que responden básicamente a dos grandes sectores, el civil y el militar. Entre los uniformados retirados, la figura más destacada es Diosdado Cabello, que en 1992, y como teniente, secundó a Chávez, entonces comandante de un batallón de paracaidistas, en una frustrada asonada. Actualmente es vicepresidente del PSUV y presidente de la Asamblea Nacional.
Cuando Chávez anunció al país la persistencia del cáncer y su nueva operación en Cuba, apareció flanqueado por Cabello y Maduro, todo un símbolo de unidad, según sus seguidores. El presidente «ha debido calcular que, como ambos están en posiciones de poder, se harán contrapeso», apunta Reyes.
Maduro, de 49 años, fue un militante juvenil del extinto grupo de izquierda Liga Socialista, trabajó como conductor de autobús en la empresa del Metro de Caracas, donde fue sindicalista. Luego se incorporó al movimiento que creó Chávez para participar por primera vez en las elecciones de 1998, ganadas por el actual presidente. También participó en la Asamblea Constituyente de 1999, presidió el parlamento y en 2006 fue designado al frente del Ministerio de Relaciones Exteriores, cartera que retuvo cuando hace dos meses Chávez lo nombró vicepresidente, cargo que en Venezuela es designado y no elegido.
Sorpresivo y sintomático anuncio
«Si algo ocurriera que me inhabilitara, Nicolás Maduro no sólo debe concluir el período (2007-2013) como manda la Constitución, sino que mi opinión firme, plena como la luna llena, irrevocable, absoluta, total, es que, en ese escenario que obligaría a convocar de nuevo a elecciones presidenciales, ustedes lo elijan como presidente de la República Bolivariana de Venezuela». «Yo se los pido desde mi corazón», remató Chávez la noche del sábado 8 de diciembre en un mensaje transmitido por radio y televisión.
Chávez fue reelegido presidente de Venezuela el 7 de octubre, con 55 por ciento de los votos para el sexenio 2013-2019, cargo que deberá jurar el 10 de enero ante la Asamblea Nacional, según lo establece la Constitución. El candidato vencido, Henrique Capriles, que recogió el 44 por ciento de los sufragios, advirtió, como la mayoría de los dirigentes opositores, la posibilidad de una nueva convocatoria electoral en poco tiempo, si Chávez no supera la enfermedad. «Que quede bien claro: en Venezuela no hay sucesión. Esto no es Cuba, ni una monarquía donde hay un rey y entonces sube al trono el designado. No, en Venezuela, cuando una persona se separa de una posición, la última palabra siempre la tendrá nuestro pueblo», declaró entonces Capriles.
La Constitución indica que, si el presidente electo no puede asumir el cargo por alguna circunstancia, se procederá a convocar a nuevos comicios en los 30 días siguientes a la fecha de comienzo del mandato y, en el ínterin, ejercerá como jefe de Estado quien lidere la Asamblea Nacional, en este caso Cabello. Si una vez asumida la Presidencia, se produce una falta absoluta de ese magistrado durante los primeros cuatro años de su mandato, también se debe llamar a nuevas elecciones.
En ese caso, es el vicepresidente ejecutivo quien asume el interinato mientras se procede a esa instancia en las urnas, al igual que completará el mandato si la falta del presidente se registra en los dos últimos años del sexenio. Las faltas absolutas que detalla la ley fundamental son: muerte, renuncia, destitución por sentencia del Tribunal Supremo de Justicia, incapacidad física o mental certificada por una junta médica designada por la corte máxima y aprobada por la Asamblea Nacional, abandono del cargo declarado por el parlamento o la revocatoria popular de su mandato a través de las urnas. Hasta ahora sólo existe un permiso extendido por el parlamento para que Chávez se ausente del cargo y del país por más de cinco días por razones de salud.
El desafío inmediato
Además del problema de salud del presidente, la cuenta regresiva para su nueva investidura y la designación de su heredero político, se agrega a la coyuntura venezolana, las elecciones para gobernadores de este domingo y legislativas regionales en los 23 estados del país. Los analistas auguraban que los candidatos chavistas vencerían en la gran mayoría de los distritos. «Pero las consultas realizadas hasta ahora pierden vigencia. Habrá un impacto», alerta el director de la firma encuestadora Datanálisis, Luis Vicente León.
Según León, «puede haber una mayor participación». «Los simpatizantes del presidente pueden movilizarse más a votar si perciben que la revolución está en riesgo, mientras que en la oposición, aún de luto porque pensaba que Chávez mandaría otros seis años, ahora reviven las aspiraciones».
A todo esto, ya han comenzado a multiplicarse las expresiones de respaldo a Chávez así como los votos por su salud. Miles de personas rezaron el fin de semana pasada por la salud de Chávez. El ministro de Defensa, almirante Diego Molero, expresó en un comunicado que en las Fuerzas Armadas «somos fieles a su persona, a la revolución y al pueblo. Durante su ausencia los soldados garantizaremos con nuestra vida la patria socialista».
También los mandatarios latinoamericanos, sobre todo los más afines, le han enviado mensajes de solidaridad. Incluso el presidente de Ecuador, Rafael Correa ha viajado a La Habana para estar, unas horas antes de la operación, con el líder venezolano.