Cuando los líderes mundiales aprueben el plan de acción final de la inminente cumbre Río+20, es posible que una pregunta quede sin responder: ¿cuál es la mejor manera para que la ONU transforme los lugares comunes de la política en realidades económicas?
La Unión Europea lidera la lista de países que utilizan las fuentes renovables de energía, según el Consejo para la Defensa de los Recursos Naturales, con sede en Estados Unidos. El informe muestra el significativo avance que en ese aspecto han hecho los países en desarrollo.
Ecologistas japoneses promueven el concepto de ética como forma de ejercer presión en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible. Se trata de promover la responsabilidad medioambiental.
El titular de un periódico de Nueva York en marzo pasado mostraba la esencia de una posible amenaza a la estabilidad mundial: «Informe de Estados Unidos prevé tensiones por el agua».
El estudio, una suma de informes de inteligencia estadounidenses, advertía de que en los próximos 10 años muchos países «casi seguramente experimentarán problemas relacionados con el agua, por escasez, mala calidad o inundaciones, que podrían generar inestabilidad e inseguridad en los estados, incrementando las tensiones regionales».Cuando concluya la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible, conocida como Río+20, que se realizará del 20 al 22 de este mes en Brasil, ¿qué criterio se utilizará para medir sus éxitos y fracasos? El secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Ban Ki-moon, tiene sus propios parámetros. Dice que la reunión de Río de Janeiro debe concluir al menos con un renovado compromiso político con la economía verde y una serie de metas de desarrollo sostenible
Si se mantienen las estructuras actuales de producción y consumo abusivo de los recursos naturales en el mundo, los gobiernos tendrán que administrar niveles sin precedentes de daños y degradación ambiental», advierte el director ejecutivo del PNUMA, Achim Steiner.
La ONU parece decidida a practicar lo que predica: mejorar su eficiencia y reducir drásticamente sus emisiones de gases invernadero. A la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible, asistirán más de 50.000 personas. Pero el foro mundial ha reducido su delegación a unos 1.400 funcionarios, principalmente por razones económicas y ambientales. Aun así, el envío de esta delegación, según datos de la propia ONU generará unas 3.600 toneladas de dióxido de carbono (CO2), uno de los gases invernadero, causantes del cambio climático.