Intereses nacionales egoístas amenazan la próxima cumbre de la Organización de las Naciones Unidas sobre migraciones, que reunirá a representantes de todos los países para diseñar una estrategia más humana y coordinada que haga frente a los grandes movimientos de refugiados y migrantes.
Alaa Arsheed, un violinista sirio de 29 años refugiado en Italia, se ha convertido en la prueba viviente de los efectos positivos que puede tener la migración en los países de acogida. «Hoy tengo la oportunidad de hacer realidad mis sueños».
Cuando la canciller de Alemania, Angela Merkel, defendió la política de inmigración de su gobierno y anunció que su país recibirá un millón de refugiados, en su mayoría de Siria, miembros de su partido, la Unión Demócrata Cristiana, la aplaudieron de pie durante nueve minutos.
Los refugiados que huyen a Europa procedentes de países azotados por la guerra en África, Asia y Medio Oriente, muchas veces son maltratados por las autoridades europeas. La prensa ha destacado algunos de estos hechos, como la comida que les arrojan a los refugiados, su confinamiento en jaulas como animales, y las vallas levantadas en las fronteras terrestres que les impide transitar de un país a otro.
La respuesta a la crisis de refugiados ha sido insuficiente y una «vergüenza», en especial en lo que respecta a los países más ricos, se lamenta Amnistía Internacional en un documento en el que presenta un plan de ocho puntos para hacer frente a la grave situación humanitaria creada por el masivo movimiento de población.
La cantidad de personas desplazadas en el mundo ha alcanzado su máximo histórico, por lo que la migración se ha transformado en sinónimo de crisis humanitaria. Dados los costes económicos, políticos y morales que conlleva la migración en masa - y en particular la experiencia que se ha estado desarrollando este año en Europa -, es cada vez más evidente la necesidad de contar con un conjunto universal de normas y principios, así como el deseo de que la gente pueda mantenerse con seguridad en sus hogares.
La respuesta de la comunidad internacional se quedó corta ante el desplazamiento mundial de 60 millones de migrantes y refugiados, obligados a abandonar sus hogares o países debido a la persecución, los conflictos armados y el hambre.