La Comisión Europea prefiere ser cauta. Fuentes comunitarias afirman que están a la espera de la votación, y que, por el momento, no se prevén nuevos escenarios. La portavoz del presidente Jose Manuel Barroso, Pia Ahrenkilde, ha negado que haya planes para una reunión extraordinaria en caso de que Escocia diga sí a su salida del Reino Unido.
La opinión de Bruselas se mantiene igual desde hace 10 años con respecto a la independencia de los países. La legislación comunitaria es clara: los tratados de la UE sólo se aplican entre los Estados miembros. «Una nueva región independiente, por el hecho de su independencia, se convertirá en un tercer Estado en relación a la Unión y, desde el día de su independencia, los tratados ya no serán de aplicación en su territorio», así lo explicó el antiguo presidente del Ejecutivo comunitario, Romano Prodi en 2004. Desde entonces, la UE se mantiene firme a este párrafo. Sin embargo, hace diez años ni en Cataluña ni en Escocia se planteaba ningún referéndum.
Así, desde que la consulta en Escocia se ha ido acercando en el calendario, la Comisión sólo ha hablado de respeto hacia la opinión de los escoceses y se niega a repetir las palabras arriba mencionadas «para no interferir» en el referéndum.
Por su parte, el caso de Cataluña es más complejo porque la ley española no contempla que las regiones pidan en referéndum a su población si desean independizarse. Artur Mas marcó una fecha, la del 9 de noviembre, para que los catalanes pudieran ejercer su derecho a decidir. El presidente catalán sabe que hay un clamor en las calles: Las últimas encuestas indican que el 47% de los catalanes quiere autodeterminarse, y el pasado 11 de septiembre, durante la Diada, la fiesta de Cataluña, la ciudad de Barcelona acogió cerca de dos millones de personas en Barcelona formando una «V», que simboliza el derecha a votar, pero también valentía o voluntad. Un día con un fuerte componente histórico, y simbólico. El encuentro empezó a las 17.14, en conmemoración al año 1714, ahora se celebra el tricentenario, fecha en la que Barcelona sucumbió en la batalla contra las tropas de Felipe V, perdiendo así sus instituciones, frente a un rey Borbón mucho más centralista.
Artur Mas ha defendido a menudo «qué sentido tiene que a una población que ya forma parte de la Unión Europea, y cuyos ciudadanos tienen derechos desde hace años y que cumplen sus normas, se les eche por querer tener un estatus político distinto». En el mismo sentido, el eurodiputado por Esquerra Republicana, Josep Maria Terricabras, cree que es «literalmente imposible» que Cataluña esté fuera de la UE si se declara independiente, ya que no será un país nuevo que deba cumplir unas normas distintas, porque en suelo catalán ya se aplica el acervo comunitario.
Sin embargo, Terricabras matiza que los casos de Escocia y Cataluña son distintos porque en el primero sólo el Partido Nacional Escocés apoya el referéndum, frente a Cataluña, que lo apoyan cuatro, ERC, CiU, CUP e Iniciativa per Catalunya-Els Verds.
Por el momento, Escocia vota este jueves su futuro político. Cataluña aún está a la espera de tener referéndum. Pero a pesar de las diferencias de ambas regiones, Bruselas mirará atentamente ambos procesos que pueden marcar un antes y un después en la historia comunitaria. Y aunque ambos casos lleguen a convertirse en anécdotas de libros académicos, las dos regiones siempre estarán unidas por el deseo de separarse o la decisión de quedarse.
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