Según Íñigo de Urresti de la Dirección General de Industria de la Comisión Europea que ha presentado el plan CARS 2020 en Madrid la industria automovilística europea se encuentra en un momento de «intensa crisis» debido, entre otras causas, a la falta de compradores y a un exceso de capacidad estructural.
La industria del automóvil europea en su conjunto, con todas las otras industrias que lleva aparejadas, productores de automóviles, cadena de abastecimientos, mercado de piezas de recambio, y miles de PYME es de importancia estratégica para la economía europea. Representa doce millones de puestos de trabajo directos e indirectos, un 4 por ciento del PIB y un superavit comercial de 90.000 millones de euros el año pasado y ya estaba de bajada. Además es el mayor inversor privado en investigación e innovación, con un gasto anual de unos 30.000 millones de euros.
El Plan de Acción sigue a un estudio pormenorizado del sector hecho por un grupo de expertos en el que participaron siete miembros de la Comisión, representantes de los Estados miembros, de la industria y ONG.
Es probable que durante el próximo decenio se produzca una importante demanda de coches en los países emergentes, se calcula que en 2020, el 70 por ciento del crecimiento tendrá lugar en los BRIC (Brasil, Rusia, India y China), eso brindará oportunidades a la industria automovilística europea, a la vez que le exigirá una «reestructuración que no una reconversión» importante, ha dicho Urrasti.
El mercado chino se duplicará, y llegará a 30 millones de automóviles con lo que la demanda global pasará de los actuales 75 millones a 110.
La compra de vehículos en los mercados de los países más desarrollados seguirá siendo estable, mientras que en el mercado global irá aumentando de una manera constante. La industria europea del automóvil debe prepararse para poder exportar a esos mercados, pero antes es fundamental la armonización de las normas y de los reglamentos técnicos. En estos momentos los componentes se pueden aprobar por separado en algunos países. La homologación internacional del vehículo completo ofrecería a los fabricantes la ventaja de una ventanilla única con el consiguiente ahorro de tiempo y dinero.
La Comisión Europea ha creado grupos de trabajo con Estados Unidos, Japón y Canadá para definir normas comunes para el coche eléctrico. Revisará el funcionamiento de los acuerdos con Corea y establecerá otros con India y China. Los acuerdos comerciales, dice el comisario Tajani, deberán ir precedidos por un profundo análisis de impacto que sopese los efectos sobre la competitividad de la industria de la UE, únicamente se llegará a un acuerdo si garantiza ventajas reales.
La industria automovilística es una de las que más ha sufrido en Europa. En los dos últimos años se han cerrado 87 fábricas, según datos de la Asociación de Constructores Europeos de Automóviles (Acea). En estos momentos hay 180, de las que unas 15 trabajan por debajo del 50% de su capacidad.
Eso plantea la necesidad de ofrecer a los trabajadores que se quedan en la calle otras oportunidades. Bruselas va a reunir a las partes interesadas y a los interlocutores sociales con vistas al próximo Consejo de Competitividad del 10 de diciembre y va a movilizar todos los fondos disponibles, el Fondo Social Europeo y el Fondo para la globalización. El automovilístico es el primer sector industrial en el que se van a realizar estas reuniones.