El vicepresidente por la Unión Energética, Maros Sefcovic, y Miguel Arias Cañete han presentado hoy una estrategia que persigue el objetivo de reducir la dependencia energética de Rusia y acabar con el aislamiento de algunos países, entre ellos España, Portugal y la región de los Balcanes.
Así, Bruselas propone diversificar la importación de gas proveniente de Argelia, canal por el que se suministra España, Azerbaiyán, Turquía o Turkmenistán. El conflicto en el este de Ucrania y las tensiones con Rusia han provocado lo que la UE ya sabía: debe tener otras fuentes para abastecerse. Y asimismo, fortalecer las existentes.
El Ejecutivo comunitario pretende además acabar con el aislamiento energético de la Península ibérica y los Balcanes. A finales de la semana pasada, se inauguró la primera interconexión eléctrica entre España y Francia, la Línea de Muy Alta Tensión (MAT) y Cañete ha recordado que esa es «la hoja de ruta» a seguir. El comisario español se ha mostrado confiado en que España llegue al 10% de ratio de interconexión para 2020, una cifra que el informe del propio Ejecutivo comunitario rechaza que se pueda alcanzar.
Actualmente, España tiene un 4% de interconexión, una cifra muy alejada de Luxemburgo (245%) o Eslovaquia (61%). Cañete asegura que «si se agilizan los proyectos» y se aplica con más agilidad la normativa europea se podría alcanzar el 10% e incluso superarlo, hasta el 15% en 2030.
El Ejecutivo comunitario ya tiene identificados cuatro proyectos de interconexiones, que se encuentran en diferentes fases de desarrollo: el transpirenaico que uniría la Península con Francia, además de la de Navarra-Burdeos, un cable submarino que conectaría la zona de Aquitania y la Bahía de Vizcaya, de un coste de 1.900 millones de euros, y un proyecto de gasoducto en Cataluña (el MidCat), considerado de gran importancia para la Unión porque es el que permitiría que el gas argelino pudiera llegar al resto del continente.
Según ha indicado hoy el vicepresidente Sefcovic, la Unión energética está entre la prioridades de la Comisión Juncker. Las tensiones con Rusia han forzado lo inevitable: huir de la dependencia energética respecto a Moscú. La mayor parte de Europa depende de Rusia y de las conexiones que pasan por Ucrania, pero el conflicto en la zona ha presionado a la UE a mirar otras alternativas. La más deseable siempre ha sido la llamada 'Conducto Sur', un gasoducto transnacional que pretendía pasar por Bulgaria. Sin embargo, Rusia decidió echar marcha atrás y el gasoducto, que habria empezado a funcionar a partir de diciembre de 2015, se ha quedado en nada.
El gobierno de Sofia siempre ha sido un entusiasta del Conducto Sur, no sólo para lo que significaba para el país, también para su propia subsistencia energética. El primer ministro búlgaro, Boyko Borissov, llegó a Bruselas a principios de enero para abordar la situación, donde se reunió con el vicepresidente Maros Sefcovic y Miguel Arias Cañete. Borisov propuso convertir a Bulgaria en un «centro de distribución de gas para los Estados miembros de la región», a través de varios conductos, por el momento, los detalles de cómo funcionará aún deben esperar. De ocurrir, también se convertiría en una buena noticia para los Balcanes, una región considerada como una isla energética, al igual que la Península.
Rusia está utilizando una herramienta más en su pulso con la UE y el gas tiene un papel clave. Moscú ha anunciado que si Ucrania no paga lo que debe, mañana se cerrará el grifo, complicando su tránsito hacia Europa. El presidente ruso Vladimir Putin ha asegurado que espera no llegar a ese escenario, pero el gigante gasístico Gazprom ya ha alertado de que cortará el suministro.
El vicepresidente Sefcovic ha mostrado su preocupación por las últimas informaciones y ha instado a que ambas partes cumplan con el acuerdo alcanzado en octubre, que permitía el acceso de Kiev al gas ruso. Asimismo, ha informado de que se están manteniendo conversaciones para acordar una reunión trilateral con los ministros de Energía ucraniano y ruso.