La extensión permitiría a la compañía perforar el Ártico aun después de que venzan los plazos originalmente establecidos por las autoridades federales del 24 de septiembre para Chukchi y fines octubre para Beaufort.

Los activistas alertan de que la extensión no sería otra cosa más que un intento de las firmas por recuperar el tiempo perdido. «Sería una acción realmente preocupante que modificaran los límites», dice el encargado de prensa de la organización Greenpeace. «No han sido capaces de poner sus flotas en orden. Quieren cambiar las reglas para que la administración atienda sus necesidades».

Shell tenía previsto concretar este mes sus operaciones en el Ártico, pero sufrió varios reveses. En junio, el buque de perforación Noble Discoverer no recibió la autorización de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos porque no cumplía con los estándares de emisiones, ya que sus motores contenían cantidades de óxido nitroso y amoníaco superiores a las permitidas.

A comienzos de este mes, el barco, anclado en Dutch Harbor, el mayor puerto pesquero de Alaska, soltó amarras y se situó a 30 metros de la costa. «Claramente no pueden garantizar la seguridad en el Ártico», dijo el subdirector de campañas de Greenpeace, Dan Howells. El activista advierte de que extender el plazo de perforación sería «invitar a una mayor catástrofe en uno de los ecosistemas más delicados de la Tierra».

En febrero, la Oficina de Seguridad y Cumplimiento Ambiental (BSEE, por sus siglas en inglés) del Departamento del Interior de Estados Unidos http://www.doi.gov/index.cfm, avaló los planes de Shell para eventuales derrames. La firma superó así uno de los principales escollos en el camino para iniciar la perforación.

El secretario de Interior, Ken Salazar, dice en una declaración que «los recursos energéticos de Alaska, en tierra y marinos, convencionales y renovables, ofrecen grandes posibilidades económicas para sus habitantes y para el resto de la nación». Continúa argumentando que «en la frontera del Ártico, la exploración cuidadosa, bajo estricta vigilancia y con medidas de seguridad y planes de respuesta de emergencia, puede ayudar a mejorar nuestro conocimiento de la zona y de sus recursos, y apoyar nuestra meta de seguir incrementando la producción segura y responsable de petróleo y gas».

Shell recibió la autorización inicial del gobierno de George W. Bush (2001-2009) para perforar el Ártico, pero el permiso final lo aprobó la administración de Barack Obama.

En respuesta a ese permiso, una coalición de una decena de grupos ambientalistas, incluyendo al Consejo para la Defensa de los Recursos Naturales, Sierra Club y Oceana, presentaron una acción legal contra el Departamento de Interior, cuestionando su aval a los planes de respuesta de Shell ante eventuales derrames.

Petróleo y agua

Greenpeace ha sido uno de los principales críticos de las perforaciones en el Ártico, y ahora protesta agresivamente contra la posible expansión de los plazos.

La organización usa especialmente las redes sociales en Internet para satirizar a Shell: ha creado una cuenta de Twitter y un sitio web falsos de la compañía, así como un juego en línea llamado «Angry Bergs», juego de palabras con «angry» (»enojado», en inglés) e icebergs.

Lisa Murkowski, senadora por Alaska del opositor Partido Republicano, critica las acciones de Greenpeace, como la creación de una «flota de protesta». «Greenpaece está anunciando que impedirá las perforaciones en aguas del Ártico, sobre la costa norte de Alaska, este verano», señala la legisladora en una carta al director de la BSEE, James Watson. «Permitir intromisiones de cualquier grupo que perturben o pongan en riesgo las operaciones federalmente autorizadas es una amenaza directa. a las operaciones seguras. y pone en riesgo a esos trabajadores y a nuestro medio ambiente», escribe.

Shell no ha sido la única compañía que pretende extraer recursos en la región. La petrolera estadounidense ConocoPhillips y la noruega Statoil también han recibido autorización para explorar el Ártico estadounidense. Por su parte, ExxonMobil, la mayor compañía energética del mundo, ha cerrado un acuerdo con Rusia.

Según la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica, la agencia gubernamental estadounidense dedicada a temas medio ambientales, el Ártico ha perdido una cubierta de hielo sin precedentes en junio (1,7 millones de kilómetros cuadrados) debido a los cambios del clima.

Shell, la compañía europea más lucrativa, ha invertido ya 4.500 millones de dólares en la región desde 2005, sobre todo en licitaciones, permisos y equipamiento Sin embargo, los potenciales riesgos financieros y ecológicos son desdeñados por las firmas ante las posibles ganancias económicas.

Según estimaciones del Servicio Geológico de Estados Unidos (U.S. Geological Survey), el océano Ártico contiene el 12 por ciento del petróleo no descubierto de la Tierra, de más de 177.000 millones de barriles. También tendría el 25 por ciento del gas no descubierto, de unos 3,4 millones de barriles.

Sin embargo, otras compañías petroleras se alejan de la zona por temor a los riesgos. La semana pasada, BP anunció que abandona un proyecto de unos 1.500 millones de dólares en el Ártico, en el que lleva trabajando desde hace 14 años, señalando que «no ha superado sus exámenes» de seguridad.

La administración Obama ha dicho que no habrá más permisos de perforación en el Ártico hasta 2016. Pero todo esto no ha disuadido a Shell. El 27 de julio, la compañía firmó un acuerdo con la China National Offshore Oil Corporation para explorar gas y petróleo en China y en África Occidental. Se trata de la primera incursión de Shell en aguas chinas en casi 10 años.