Un tercio de todos los alimentos que se producen en el mundo los malgastamos. Eso significa 1.300 millones de toneladas y unos mil millones de dólares, también lanzados a la basura. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Programa de Medio Ambiente de Naciones Unidas (PNUMA), y los organizadores de la feria comercial Messe Düsseldorf, han lanzado una campaña internacional, junto a otros socios, con la que intenta que los ciudadanos de todo el mundo tengan en cuenta en su dieta alimentaria diaria esos cuatro aspectos y reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos a lo largo de toda la cadena de producción y consumo.
La campaña se dirige específicamente a los consumidores, los minoristas y la industria hotelera, que es los que más desechan. Para Achim Steiner, el secretario general adjunto de la ONU y director ejecutivo del PNUMA, en un mundo de siete mil millones de habitantes, que aumentarán a nueve mil millones en 2050, esto «no tiene sentido ni a nivel económico, ni ambiental ni ético».
Para hacer el cálculo se tiene en cuenta el precio de los fertilizantes utilizados, el agua, la mano de obra, el transporte, o la contaminación atmosférica. Steiner añade, «por no hablar de las emisiones de gases de efecto invernadero producidos por la descomposición de los alimentos en los vertederos y el transporte de los alimentos que finalmente se desechan». En los países industrializados se desechan unos 300 millones de toneladas anuales, una cifra superior a la producción neta del África Subsahariana y que sería suficiente para alimentar a unos 870 millones de hambrientos en el mundo.
Los impulsores de la campaña recuerdan que el sistema alimentario mundial tiene profundas implicaciones para el medio ambiente, y producir más alimentos de los que se consumen sólo agrava las presiones. De este modo, subraya que más del 20% de las tierras cultivadas, el 30% de los bosques y el 10% de los pastizales se encuentran en proceso de degradación; que el 9% de las reservas de agua dulce del mundo han desaparecido y que el 70% de este recurso se destina a la agricultura de regadío.
Asimismo, la agricultura y los cambios de uso del suelo, como la deforestación, contribuyen al 30% del total de las emisiones de gases de efecto invernadero; y el sistema agroalimentario consume cerca del 30% de la energía disponible en el mundo. Por otro lado, la sobrepesca y la mala gestión contribuyen a la reducción de las poblaciones de peces: cerca del 30% de las poblaciones de peces marinos se consideran hoy sobreexplotadas.
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