Las conclusiones aparecen en el tercer volumen del Quinto Informe de Evaluación que ha publicado este martes el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), dedicado a la mitigación o, en otras palabras, a la reducción de las emisiones de gases que causan el calentamiento global.
El informe, de casi 500 páginas y firmado por 235 autores de 58 países, advierte que «solo grandes cambios institucionales y tecnológicos pueden hacer posible que el calentamiento global no exceda» los dos grados centígrados para fines de este siglo, el umbral que, según la ciencia, no se debe cruzar para evitar transformaciones catastróficas.
Antes de que el domingo 13 se publicara en Berlín un resumen de este informe para los gobiernos, hubo una semana de acaloradas negociaciones entre sus representantes.
El informe sostiene que aún es posible limitar el calentamiento global a dos grados respecto de las temperaturas anteriores a la era industrial. «Pero no estamos en camino de lograrlo», dice la experta Kelly Levin, del World Resources Institute, un centro de pensamiento con sede en Washington.
«Otros estudios concluyeron que no estaríamos en esa senda ni siquiera si los países hubieran cumplido sus anteriores compromisos (de reducción de emisiones). Y hay varios que no están ni cerca de cumplir», agrega. «Un mensaje clave es que debemos hacer un esfuerzo mucho mayor en mitigación, y esta es una década crucial para tales acciones».
El primer volumen del Quinto Informe, publicado en 2013, estaba enfocado hacia la ciencia del cambio climático.
El segundo, divulgado el 31 de marzo, sopesó los impactos del cambio climático que se sienten ya en casi todos los países del mundo. El nuevo documento examina qué hacer para enfrentar y detener el fenómeno.
«Es un potente llamamiento a la acción internacional, centrado especialmente en la noción de que es un problema de bienes comunes», dice Levin.
«Cada país debe participar en la solución, lo cual es complejo porque los países tienen capacidades muy diferentes para reducir las emisiones y adaptarse al cambio climático. Ahora es esperable mucho debate sobre el grado en que deben crecer la cooperación y la acción colectiva para parecer equitativas», añadió.
El informe expone el actual consenso científico sobre el cambio climático y el potencial para responder a él.
Los tres volúmenes ya publicados se presentarán en una obra conjunta en octubre, que constituirá la base para las negociaciones que deberían conducir, en 2015, a un nuevo tratado para enfrentar este problema ambiental global, bajo los auspicios de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.
Enormes inversiones
La mitigación, es el asunto más polémico de las negociaciones: cómo pagar las costosas transformaciones que se requieren para adoptar un modelo productivo y energético que emita muy poco dióxido de carbono, el principal gas invernadero.
El informe examina 1.200 posibles escenarios y determina que las emisiones deberán reducirse entre el 40 y 70 por ciento en los próximos 35 años para contener el calentamiento en dos grados. Y a partir de allí deberán llegar casi a cero para finales de siglo.
«Muchas vías diferentes conducen a un futuro donde se sostenga la frontera de los dos grados», dijo el domingo 13 uno de los vicepresidentes del grupo de trabajo del IPCC encargado del informe, Ottmar Edenhofer. «Todas requieren grandes inversiones».
No se especifican cantidades. Pero se aclara que tendrían un impacto relativamente bajo en el crecimiento económico y que los «esfuerzos de mitigación ambiciosos» reducirían el aumento del consumo en solo un 0,06 por ciento.
Pero los autores advierten que «la reducción sustancial de emisiones exigirá grandes cambios en los modelos de inversiones».
El IPCC estima que la inversión en la generación eléctrica convencional con combustibles fósiles –la más contaminante— declinará posiblemente en un 20 por ciento en las próximas dos décadas.
Al mismo tiempo, la financiación del suministro eléctrico de «bajo coste», incluyendo fuentes renovables pero también energía nuclear, gas natural y técnicas para «capturar carbono», se duplicará.
«El informe deja claro que para evitar un cambio climático catastrófico debemos dejar de invertir en combustibles fósiles», nos dice el miembro asociado del centro de pensamiento Instituto de Estudios Políticos, Oscar Reyes.
«Sin embargo, la forma en que el IPCC afronta este asunto es problemática y refleja la situación actual de las dinámicas energéticas», añadió Reyes. «Es positivo que los autores señalen que las fuentes renovables son posibles a gran escala, pero también se refieren al gas como un combustible de transición, cuando muchos modelos indican que ese paso desalienta las inversiones en renovables», objeta.
«También hay problemas con los tremendos costes de muchas de las soluciones tecnológicas que están impulsando», dijo.
Ingresos y equidad
El resumen para gobernantes es un documento de consenso, lo que implica que los 195 países miembros del IPCC han aceptado estampar su firma debajo de sus hallazgos. Al parecer, las discusiones previas en Berlín fueron agitadas, sobre todo porque los países buscan colocarse en la posición más favorable para las negociaciones del año próximo.
La discusión sobre cómo se va a repartir el coste financiero de la mitigación y de la adaptación se hizo patente entre los países de ingresos medios y las potencias industriales. Estas últimas son los responsables principales de las grandes emisiones de gases del pasado. Pero el escenario actual no es el mismo.
Los informes anteriores del IPCC, siguiendo el lenguaje de la Convención, calificaban a los países como «desarrollados» y «en desarrollo». Pero varias potencias ricas han reclamado una diferenciación más precisa para los países de ingresos medios y la responsabilidad que les cabe en las emisiones actuales.
En lo que parece una respuesta a esa reclamación, el último documento del IPCC caracteriza las economías nacionales en un rango de cuatro estadios.
Pero varias potencias emergentes rechazaron semejante caracterización. En una nota formal de «reservas sustantivas» a la que hemos tenido acceso, la delegación de Arabia Saudita advierte que «agrupar a los países según sus niveles de ingresos» es especialmente vago puesto que estos pueden pasar de un grupo a otro «sin tener en cuenta sus verdaderas emisiones por habitante».
Otros nueve países se sumaron a la nota de disenso de los saudíes, entre ellos Egipto, Malasia, Qatar y Venezuela.
Bolivia presentó una objeción por separado que rechaza la misma clasificación de los países según sus ingresos. Pero también deplora que el IPCC haya ignorado «enfoques no basados en el mercado, sino de cooperación internacional en cambio climático mediante la financiación y la transferencia de tecnología desde los países desarrollados hacia los que están en desarrollo».