«¿Pero qué le pasa a España?», se pregunta Hernán Bocchio, arquitecto argentino con tres hijos que lleva cuatro años sin empleo y estudia una oferta de trabajo que le ha llegado desde Brasil. Bocchio, de 43 años vive desde los 17 en España, habla de compatriotas que ya se han ido y de otros que preparan el regreso a su país natal porque apenas pueden pagar el alquiler de su vivienda.
Por primera vez en la década, la emigración en España supera a la inmigración, debido a la crisis económico-financiera que afecta severamente al país y al resto de la Unión Europea. Datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE) indican que 507.740 personas, en su mayoría extranjeros, salieron de España el año pasado, mientras que llegaron 457.650. El informe detalla que, del total de emigrantes, 445.160 eran extranjeros procedente, en su mayor parte de América Latina. Entre 2004 y 2007 hubo un saldo positivo de 600.000 personas cada año, pero ahora España pierde población castigada por una de las peores crisis de su historia.
En los últimos años, la cantidad de ecuatorianos y bolivianos residentes en la ciudad de Málaga descendió un 30 por ciento, según el portavoz de la Federación de Asociaciones Latinoamericanas (Fedesur), Gerardo Valentín. El desempleo, que alcanza al 21,2 por ciento de la población económicamente activa en España, afecta especialmente a muchos inmigrantes de Ecuador, Bolivia y Colombia, que trabajaban preferentemente en la construcción y la hostelería.
Valentín, natural de Bolivia y afincado en España desde hace 24 años, dice que el retorno de los inmigrantes se produce debido a la confluencia de una serie de «circunstancias sociales, políticas y psicológicas», entre las que cita «el temor a las medidas sobre inmigración» que pueda tomar el nuevo gobierno del Partido Popular (PP). Muchos trabajadores latinoamericanos no quieren seguir en España «ganando menos y sufriendo más» y optan por regresar a su lugar de origen, acogiéndose al programa de ayuda que impulsa el ejecutivo español desde finales de 2008.
El denominado Plan de Retorno Voluntario incluye a una veintena de países ajenos a la Unión Europea con los que España tiene suscritos un convenio bilateral en materia de Seguridad Social, entre los que figuran 11 países latinoamericanos. Según este plan, los inmigrantes en paro que deseen retornar pueden optar por cobrar de modo anticipado toda su prestación y computar las cotizaciones realizadas en España a la Seguridad Social en sus países de origen a efectos de su futura pensión.
La mayoría de los extranjeros residentes en España provienen de Ecuador, Bolivia, Colombia, Perú, Argentina y Brasil, según datos del INE de 2011. Víctor Sáez, representante de la Asociación de Chilenos en España, advierte sobre las dificultades que tienen que salvar quienes regresan a su país de origen. «En Chile no existen políticas de reinserción y cada cual se salva como puede al no contar con ningún tipo de facilidad «, a lo cual se suma el sentimiento de frustración que se apodera de todo inmigrante que se ve obligado a volver.
Añade Sáez que «Las personas que retornan lo hacen con una carga emocional muy grande por ver truncado su proyecto de mejor vida» explica que también hay chilenos que se van desde España a Noruega, Gran Bretaña, Suiza o Suecia en busca de una segunda oportunidad. Según la directora general de la ONG Realidades de Bolivia, Tahí Abrego, «es difícil volver, pero más aún con la sensación de que no has conseguido tus metas».
No son pocos los inmigrantes que se quedan y resisten con la esperanza de que cambie una situación que no promete mejoría, según los pronósticos del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco de España, que prevén que el país caiga en recesión este año. «Prefiero estar mal en España que mal en Argentina», dice Bocchio, que cree que descartará la oferta de Brasil y está dispuesto a «aguantar el chaparrón» con la esperanza puesta en un futuro más halagüeño.
Por su parte, la presidenta de la Asociación de Uruguayos de Málaga, Patricia Rusmigo, nos aseguró que «muchísimos compatriotas han vuelto a nuestro país porque la situación allí ya no es tan dramática como antes y ahora hay más salida laboral». Rusmigo, que vive desde hace 11 años en España con sus tres hijos, reconoce lo duro que es hacer las maletas y volver a empezar, y destacó que muchos uruguayos están resistiendo y buscando nuevas posibilidades de trabajo en España para no tener que volver.
La solución no es fácil. Los niveles de desigualdad y violencia en América Latina son muy grandes y por eso muchos tratan de aguantar. «Tendría que verme en una situación muy drástica para volver a Uruguay», afirma Rusmigo, que trabaja como administrativa.
Joaquín Arango, director del Centro de Estudios sobre Migraciones Internacionales e Integración Social del Instituto Universitario Ortega y Gasset, considera que al hablar de emigración «se está exagerando la magnitud, porque hay una cierta fascinación por la novedad». En su opinión, «si bien parece claro y cierto que hay más emigración desde España que antes, hasta ahora las cifras son modestas y, visto sobre el telón de fondo de la magnitud de la crisis, se ha producido un cambio de tendencia con mesura». Arango argumenta que, aunque el saldo migratorio es negativo, la diferencia entre los que se van y los que vienen, tanto en época de bonanza como en el presente, es pequeña.
El alto índice de paro y la falta de expectativas también obligan a un buen número de españoles, en su mayoría jóvenes cualificados, a partir al extranjero. María Ángeles Sánchez, una ingeniera española de 39 años que perdió su empleo después de una década de trabajo ininterrumpido, comenta que tendrá que irse del país, para lo cual perfecciona sus conocimientos de inglés y así poder aspirar a ofertas de Australia, Europa oriental o Emiratos Árabes Unidos.
Los profesionales españoles que más emigran son ingenieros, arquitectos, médicos y personal sanitario, y uno de sus destinos preferidos es América Latina, resistente por ahora a la crisis que sufren los países ricos.