Plevneliev ha sido candidato del partido de centroderecha Ciudadanos para el Desarrollo Europeo (GERB), aunque no tiene carnet. Es un empresario de la construcción, hasta ahora ministro de Desarrollo, que hizo una gran fortuna en la transición desde el comunismo. Ha ganado con el 52 % de los votos al socialista Ivalio Kalfin, eurodiputado y exministro de Exteriores de Bulgaria, que ha obtenido el 47% de los sufragios.
Las elecciones presidenciales, las primeras que se celebran en Bulgaria desde su entrada en la UE en 2007, se habían planteado como un test para el partido del gobierno que dirige el primer ministro, Boiko Borissov. El cargo del presidente es solo representativo, pero su victoria supone un gran refuerzo para el actual ejecutivo. Plevneliev declaró al conocer el resultado que «nuestro objetivo es una Bulgaria moderna. Trabajaremos día y noche por el desarrollo europeo del país».
El escrutinio demuestra que el populismo del partido gubernamental sigue dando resultados. Sin embargo, las denuncias de compraventa de votos que han confirmadoinspectores de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa y la ONG Transparencia Internacional deslegitiman la victoria.
El derrotado Kalfin no ha querido felicitar a su rival y ha denunciado las irregularidades del proceso electoral: «Hubo presiones sobre los ciudadanos, y estas elecciones han sido un ejemplo de cómo no hay que organizar una votación».
Según organismos internacionales, más del 20% de la población de Bulgaria vive por debajo del umbral de la pobreza. Bulgaria entró en la UE con la advertencia de Bruselas de que debía incrementar sus esfuerzos en la lucha contra la corrupción y, aunque reconoce logros, sigue denunciando insuficientes medidas, hasta el punto de haberse planteado suspender las ayudas comunitarias.