El comisario de Mercado Interior, Michel Barnier, tenía unos planes ambiciosos que el colegio de comisarios ha tumbado porque necesita «más tiempo para entrar en detalles». Así que el control sobre las agencias se queda en que tendrán que razonar las notas que ponen, actualizar sus calificaciones cada seis meses, en lugar de doce, como ocurre ahora, y dar tiempo a los emisores de títulos para reaccionar ante un cambio de nota.
Las agencias tendrán que avisar con 24 horas de antelación a un país si planean rebajar la nota de su deuda pública, de modo que pueda presentar alegaciones, y las calificaciones solo podrán publicarse tras el cierre de las bolsas europeas o una hora antes de su apertura.
Barnier había propuesto que la Autoridad Europea de Mercados pudiera suspender durante dos meses la calificación de países en crisis o que negocien programas de ayuda para evitar así a«ñadir inestabilidad a la inestabilidad». El comisario ha dicho que «quizá era una propuesta demasiado innovadora».
También dice necesitar más tiempo Bruselas para prohibir fusiones entre las grandes agencias de rating y se descarta la idea de crear una agencia europea de calificación que tenía el apoyo de Francia, Alemania o España, porque hacerlo costaría entre 300 y 500 millones de euros, «de los que no disponemos».