Reding, que también es comisaria europea de Justicia, ha respondido así al secretario de Estado para la UE, Íñigo Méndez de Vigo, con la «posición oficial» de la UE sobre el asunto, que había quedado expresada en anteriores ocasiones. Primero en 2004, cuando el entonces presidente de la Comisión, CE, en una respuesta parlamentaria, aclaró que «cuando una parte del territorio de un Estado miembro deja de ser parte de ese Estado, por ejemplo porque el territorio se convierte en un Estado independiente, los Tratados ya no se le aplican».
Indirectamente, también el actual presidente del ejecutivo comunitario, José Manuel Durao Barroso, incidió en la misma idea. «En el caso hipotético de una secesión de parte de un Estado miembro, la solución deberá encontrarse y negociarse en el marco del derecho internacional»,, dijo Barroso. Dicho más nítidamente, Cataluña quedaría excluida inmediatamente de la UE y se vería obligada a solicitar formalmente su adhesión al club europeo como un país tercero.
Reding se ha visto obligada a rectificar unas declaraciones al Diario de Sevilla, en las que a una pregunta sobre sobre si una Cataluña independiente dejaría de ser parte de la UE, la comisaria responde que «la legislación internacional no dice nada que se parezca a eso».
Tras la aclaración, Méndez de Vigo ha señalado que es una «buena respuesta para que la gente sepa qué es lo que vota y en qué aventuras se mete». En la carta que él envió a la comisaria, señalaba la postura del gobierno español, que la organización territorial del Estado es una competencia exclusiva de los Estados miembros de la UE según el Artículo 4.2 del Tratado de la Unión Europea, por lo que no puede reconocer ninguna secesión unilateral en un Estado miembro.
El secretario de Estado español apuesta por el diálogo con Cataluña, pero desde el respeto a la ley y al ordenamiento constitucional». También apela al diálogo el diputado de CiU, Josep Antoni Durán i Lleida, pero con un enfoque bien diferente. Opina que los tratados de la UE se pueden cambiar para facilitar el encaje de Cataluña, aunque reconoce que, «seamos sensatos», haría falta la unanimidad de los 27 países de la UE, es decir, la aprobación de España.