Con casi 33.000 opiniones de los ciudadanos de los 27 países miembros de la UE y de los países candidatos, el sondeo de otoño que organiza la Comisión Europea le lleva a preguntarse si se vislumbra una luz al final del túnel y la respuesta que se da parece positiva. Según los resultados, los ciudadanos europeos siguen considerando a la UE como el actor más eficaz, por delante de los gobiernos nacionales, para corregir los efectos de la crisis económica. La UE se mantiene en la primera posición (23 %, +2) seguida de cerca por los gobiernos nacionales (20 %, -1) y muy por delante del G20 o el Fondo Monetario Internacional.
A pesar de las diferentes sensibilidades, niveles de vida y repercusiones de la crisis, el paro es la principal preocupación para los europeos, seguida de la situación económica en general. Pero cuando se pregunta por esa preocupación a nivel personal, la mayoría de los encuestados señalan la subida de precios por encima del desempleo.
El 85% de los ciudadanos preguntados cree que, como consecuencia de la crisis, los socios comunitarios tendrán que estrechar su colaboración y la UE saldrá reforzada a largo plazo. Se les pregunta también por la estrategia Europa 2020, en la que, sobre el papel, la UE basa sus políticas de crecimiento y sorprendentemente solo un 9% dice no saber. Cuatro de cada diez consideran que la UE va en la dirección adecuada.
A la hora de valorar la situación económica en sus respectivos países es donde se ve que no hay una Europa sino 27. En Suecia, Alemania, Luxemburgo, Austria, Finlandia y Dinamarca, más de la mitad de la población la califica de buena. Al otro lado, en diez países, menos del 10% piensa así. Son Francia, Hungría, Irlanda, Eslovenia, Italia, Bulgaria, Chipre, Rumanía, España y Grecia.
La desconfianza de los españoles en las instituciones europeas ha aumentado diez puntos y el dato se presta a diferentes interpretaciones. En declaraciones a la agencia EFE, el Secretario de Estado para la UE, Íñigo Méndez de Vigo, reconoce que los resultados del Eurobarómetro constatan que «los avances alcanzados por la UE», pese a ser «importantes, no son suficientes».
Pablo Zalba, eurodiputado del Partido Popular Europeo y Vicepresidente de la Comisión de Asuntos Económicos y Monetarios, se muestra «sorprendido» por los datos, pues entiende que «la tendencia debería ser la contraria». El líder de la delegación española de los socialdemócratas europeos, Juan Fernando López Aguilar, considera que la pérdida de confianza se produce porque los ciudadanos no quieren que «lo que un día fue una promesa de modelo social europeo dé lugar a un partidismo despiadado en el que unos estados son más fuertes que otros sin contemplaciones».
El expresidente del Parlamento Europeo, José María Gil Robles, reconoce que «el europesimismo se ha puesto de moda», pero señala que «el mismo entusiasmo, sin duda exagerado» que antes despertaba la Unión Europea, se ha traducido en «un desencanto, también exagerado».