Por lo visto, Wagner era un buen catador y conocedor de caldos y la Biblioteca de la ciudad alemana, donde el compositor pasó su niñez, expone 180 botellas de vino tinto y 155 de blanco de su bodega, en la que también había 27 botellas de Burdeos, 41 de coñac y otros licores y siete, de champagne.
Una curiosidad para adentrarse en la compleja personalidad del músico alemán desde la ciudad en la que Wagner compuso sus óperas «Rienzi» (1842), «El holandés errante» (1843) y «Tannhauser» (1845), con la que arrancan los festejos que pondrán el cartel de Año Wagner por toda Alemania y durante todo el año, especialmente en su ciudad natal, Leipzig, donde se han programado 137 actos.
Los momentos principales de la conmemoración se concentrarán en torno a la fecha de nacimiento del músico, el 22 de mayo, con un festival en su honor en el que habrá conciertos y representaciones de sus óperas.
En Bayreuth, ciudad en la que Wagner mandó construir su teatro y donde alcanzó el éxito, su exquisito festival de música, en el que Wagner tiene cada año un lugar de honor durante el mes de julio, desplegará en esta ocasión todas las luces para dar esplendor a la efeméride
Christian Thieleman, uno de los más destacados intérpretes wagnerianos contemporáneos, dirigirá el concierto especial en el mismo día del aniversario sobre la música de «La fiesta de amor de los apóstoles» y allí se estrenará una nueva versión de «El Anillo del Nibelungo, puesta en escena por el provocador Frank Castorof y bajo la dirección musical del ruso Kirill Petrenko.
Habrá más. En la Staatsoper de Berlín, en colaboración con el Teatro de la Scala de Milán, tendrá lugar la puesta en escena del «Anillo» conducido por Daniel Barenboim, quien rescató la música del genial compositor, más allá de sus ideas antisemitas.