A pesar de los buenos resultados presentados por la UE, continúan las dudas sobre algunos de los capítulos del plan Bolonia, sobre todo con la respuesta del mercado laboral a los títulos de grado en contraste con el prestigio de los títulos tradicionales: licenciaturas, diplomaturas o ingenierías.
En el proceso de Bolonia los estudios de Grado tienen una duración de tres o cuatro años, al final de los cuales el alumno puede incorporarse al mercado de trabajo o continuar uno odos años más, con los estudios de Máster.
Según un informe de la Asociación Europea de Universidades (EUA), hay países en los que el título de grado no significa mucho (el 38%) y el máster es el que abre las puertas al mundo del trabajo. En otros, en los que las carreras tienen una menor duración el grado se acepta para trabajar y el máster se considera como una ampliación o especialización de los estudios (58%).
En la declaración final de la Conferencia se asume la necesidad de aclarar y prestigiar los títulos.
Las organizaciones de estudiantes también encuentran un problema en las titulaciones. «El plan Bolonia se ha malinterpretado, malversado y distorsionado para adaptarse a los objetivos políticos de los gobiernos a corto plazo. A veces es imposible reconocer los objetivos del proceso: mejores condiciones sociales para estudiantes, mejor reconocimiento de grados extranjeros y mejores posibilidades para estudiar en el extranjero», opina Ligia Deca portavoz de la Unión de Estudiantes Europeos (ESU).
Para la Asociación de Estudiantes las ayudas son escasas «Diríamos que la educación superior merece al menos las mismas condiciones financieras desde el nivel de la UE que tienen los subsidios agrícolas».
El secretario de Estado español de Universidades, Màrius Rubiralta, señala que el plan Bolonia es una experiencia única. Ha dicho que es importante aumentar la movilidad de estudiantes y profesores para lograr que en 2020 el 20% de los graduados de la UE hayan estudiado en el extranjero.
Por su parte la comisaria de Educación, Androulla Vassiliou, destacó que para ese mismo año el número de graduados debe haber aumentado en un 40% y se refirió a la necesidad de hacer más atractivas las universidades del continente para lo cual es fundamental asegurar la más alta calidad en la enseñanza.
Un estudio presentado en la Conferencia señala que la movilidad de los estudiantes apenas si ha mejorado. En 1999 un 1,9 por ciento de los estudiantes europeos acabaron sus estudios en un Estado diferente al suyo, en 2007 el porcentaje fue del 2%.
En España, este curso hay 161.000 estudiantes que cursan un grado universitario, lo que contrasta con el año pasado que fueron solo 18.000.
En cuanto a los títulos de grado, la práctica totalidad están verificados o en la fase final del proceso.
De las 2.387 titulaciones de grado previstas, hay ya 1.582 verificadas y otras 789 en trámite. Así mismo, hay 1.109 grados implantados y 2.097 másteres que ya se pueden estudiar conforme al Plan Bolonia.
En otro informe de la Comisión Europea se dice que de los 46 países que participan en el proceso cuatro de ellos han duplicado su población universitaria y en otros 20 el número de estudiantes ha crecido en un 20%. Sólo en España ha decrecido el número de estudiantes universitario. En el curso 1999-2000 la población estudiantil era de 1.651.348 mientras que en el 2008-2009 ha sido de 1.500.069, la Comisión Europea lo achaca a la situación demográfica española.
El informe indica que la respuesta ante la crisis financiera ha variado de unos países a otros: once países (Austria, Azerbayan, Bosnia-Herzegovina, El Vaticano, Chipre, Francia, Georgia, Liechtenstein, Lituania, Portugal y Suiza) aumentaron al menos un 5% su presupuesto. Otros 18, entre ellos España, subieron por debajo del 5%. Siete, recortaron los fondos destinados a educación en más de un 5%. euroXpress